Arturo Reyes Isidoro
Américo
y Fernando Yunes, ejemplo
No cabe duda, twiteando (oportunamente) se
entiende la gente. Una nota periodística decía ayer que con motivo de los
Juegos Centroamericanos el ayuntamiento de Xalapa se disponía a recoger y a
matar perros callejeros para “limpiar” y dar “buena imagen” de la capital.
La reacción en contra no se hizo esperar en
las redes sociales y el tema corría el riesgo de hacerse viral, pero el alcalde
priista Américo Zúñiga Martínez reaccionó de inmediato y a través de las mismas
redes aclaró: “NO existe instrucción semejante En
@AytoXalapa existe un total y
serio compromiso con la vida y trato digno a los animales”.
Una de las reacciones a la
actitud del alcalde fue la del senador panista Fernando Yunes Márquez, quien
escribió: “Excelente aclaración alcalde. Te agradezco la información oportuna.
Saludos.” Excelente ejemplo de respeto y trato institucional entre dos jóvenes
políticos, que ponen la muestra de que es posible (y cómo) actuar con
civilidad, sin insultos, sin descalificaciones.
Qué bueno que no hay ni
habrá canicidio (ya me imagino a Américo a media noche cavando fosas en las
laderas del cerro del Matuiltépec) y que dos jóvenes gobernantes, uno municipal,
otro legislativo, nos renueven la esperanza de que en el futuro, que esperamos
que sea lo más inmediato, se hará a un lado ese absurdo pleito personal,
enfermizo, que tiene como rehén a Veracruz y a los veracruzanos y del que
estamos hasta la coronilla.
Patentar las mentadas de madre
Ha regresado al pueblo, a Alvarado, el joven
pasante de Derecho al que llaman ya “licenciado Zamudio”. Llega de paso para
dar una conferencia. Quiere acabar, “de una vez por todas, con la picardía”.
Sus argumentos del porqué: “Ustedes no saben,
con la maldita manera de expresarse, cómo sufre uno fuera de aquí, sobre todo
allá en la capital. El padre de mi novia […] tardó más de un año en
consentir nuestras relaciones […] porque
decía que yo, por ser de aquí, tenía que ser un lépero. En la Universidad, en
cuanto supieron mi procedencia, me empezaron a mentar la madre a todas horas, y
la mentada, que aquí no duele, allá duele muchísimo…”.
El día de la conferencia, el teatro, la
luneta está a reventar. Encabeza la asistencia el presidente municipal. El
“licenciado Zamudio”, estrenando traje negro, “camisa de primera” y corbata
roja, “de palomita”. Su plática, dice el alcalde, redundará en la cultura
local.
Comienza el conferenciante: “La cultura de
los pueblos, señoras y señores, se manifiesta a través de su modo de hablar.
Por la palabra. Al principio era el verbo, dice el Génesis”… y se sigue con
Esquilo, Sófocles, Eurípides, Sócrates, Platón, Catón, Cicerón, Séneca,
Montesquieu, Buffon, Voltaire, Rousseau, el Mío Cid, Cervantes, el idioma
español, “ese idioma terso, agresivo, furioso como el mar y suave como las
nubes en reposo…”, hasta que lo interrumpe una sonora trompetilla, estilo
Alvarado, de uno de los pescadores que
no entiende nada. Zamudio prosigue y enloquece líricamente, hasta que otra
trompetilla, más fuerte, lo vuelve a interrumpir. El “licenciado”, alvaradeño
al fin y al cabo, mira directamente al que lo ha interrumpido: “ya te conocí la
voz”, le dice y remata: “La próxima trompetilla se la vas a echar a tu chingada
madre”. Y ahí se acabó la conferencia.
Esta anécdota la narra Roberto Blanco Moheno,
famoso periodista mexicano del siglo pasado, nativo, por cierto, de Teocelo, en
su novela Un son que canta en el río. Pero
Enrique González Tiburcio, contrario al “licenciado Zamudio”, regresa y comenta
que para gloria de Alvarado sería bueno patentar las mentadas de madre, no sea
que un día lo hagan los gringos como lo hicieron con “La Bamba”.
En medio del mar de escenarios desagradables
que nos abruman a diario, hay hechos que por inusuales y porque muestran un
rostro amable, dan ganas de comentar con gusto y para variar de los temas
habituales, porque también hay cosas buenas, hechos positivos, como el más que
merecido reconocimiento que mañana miércoles 15 harán pueblo y gobierno de
Alvarado a su hijo ilustre, el maestro en Economía González Tiburcio, a quien
entregarán la Medalla al Mérito 15 de Octubre de 1846.
Esta fecha es significativa: ese día, ese mes
y ese año, los alvaradeños defendieron y repelieron con éxito un ataque de
tropas norteamericanas, dentro de la Guerra de Intervención por parte del
gobierno gringo, secuela de la anexión de Texas a los Estados Unidos. Con la
ceremonia de mañana concluirán las fiestas titulares en honor a la Vírgen del
Rosario, que iniciaron el pasado 3 de octubre (me quedé esperando la invitación
de Manuel del Rosario, para ir).
Me llama la atención la personalidad de
González Tiburcio, porque, por ejemplo, aunque es un hombre destacado en la
administración pública y en la academia, no obstante que tiene todos los
méritos para ser candidateable a un cargo de elección popular, no le interesa
ni siquiera que lo mencionen para tal posibilidad. Pocos saben que, por
ejemplo, este personaje es desde el año pasado el coordinador de asesores de la
secretaria de Desarrollo Social, Rosario Robles, además de secretario técnico
del Gabinete Especializado “México Incluyente”.
Para dar una idea de la importancia de este
organismo, está encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto e integrado por
los titulares de diez secretarías de Estado (Sedesol, Gobernación, Relaciones
Exteriores, Hacienda y Crédito Público, Medio Ambiente y Recursos Naturales;
Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación; Comunicaciones
y Transportes, Educación Pública, Salud y Trabajo y Previsión Social), por la
Consejería Jurídica del Ejecutivo Federal, por el Jefe de la Oficina de la
Presidencia de la República, y por los titulares del IMSS, ISSSTE, Infonavit,
Conagua, Conaculta y el Instituto Nacional de las Mujeres
A este hombre, en sesión de cabildo, en forma
unánime, el cuerpo edilicio de la llamada Generosa Alvarado el pasado 29 de
septiembre decidió galardonado, en una sesión que tendrá lugar mañana a las
19:30 horas en la sala del cabildo. Pero, decía, este veracruzano se cuece
aparte. Evita las fotos, no boletina los recursos que gestiona, o no presume su
cercanía con las máximas autoridades del país.
No se olvida de su tierra natal. Viene con
alguna periodicidad, pero lo hace de la forma más discreta, incluso como lo
hizo el año pasado cuando falleció su señora madre y asistió a la velación y al
sepelio. Su curriculum es extenso pero basta mencionar que en 1990 se hizo
merecedor al Premio Nacional de Administración Pública por su investigación “Reforma
de Estado y Política Social”.
Decía, no le gusta el balconeo, pero siendo
una excepción, un hombre valioso que distingue a Veracruz, un servidor público
ejemplar, honesto, discreto, con alta calificación académica en medio de tanta
mediocridad, no he querido dejar de resaltar su figura porque ejemplos como el
suyo nos hacen falta. Desde este espacio me sumo a sus coterráneos y le envío
mi abrazo de felicitación (en el puerto de Veracruz con un café o allá en el De
Efe lo celebraremos con un desayuno o una comida cualquier día de estos).
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