Guillermo
H. Zúñiga Martínez
Las actitudes y visiones cambian en el mundo
con base en la evolución de la sociedad. Hace tiempo interesan a las
autoridades educativas las estadísticas que se recogen anualmente;
anteriormente no se comprendía ni analizaba públicamente cuáles eran las
razones básicas que explicaban el porqué muchos niños y jóvenes dejaban –como
ahora- las aulas. No es recordable alguna acción de los mexicanos respecto al
estado cultural que tiene cada uno de los hijos en las familias.
Vivimos una época en que muchos
intelectuales, que se están preparando en diversas instituciones para aplicar
la planeación educativa en México, buscan foros para explayarse sobre las
lacerantes realidades que existen en torno a las condiciones técnicas y
científicas de los nacionales.
Es arduo aceptarlo, pero las cifras
encontradas son alarmantes, porque cuando estadísticamente en un salón se
reúnen e inician clases educandos en número de cien, al transcurrir los meses
se va reduciendo el conjunto y al pasar seis años resulta que treinta y seis se
fueron y la pregunta es ¿a dónde y porqué? Para contestar rápidamente que,
desde niños y adolescentes, las comunidades los utilizaron para tareas propias
de las actividades económicas.
Por lo que respecta al grado de secundaria,
egresan mezquinamente 46 alumnos de cien que ingresan, por lo que ya en el
bachillerato o estudios equivalentes como Centros de Bachillerato Tecnológico
Industrial y de Servicios o Centros de Bachillerato Tecnológico Agropecuario, sólo se aprecia que
anualmente los culminarán 24 jóvenes, porque se ha medido el tiempo y la forma.
Cuando se observan los alumnos que cursan
licenciatura no es difícil aceptar que de cien que empezaron la primaria, sólo
diez llegan a aquel grado y lo más lamentable es que de los que quieren obtener
un postgrado, lo consiguen apenas entre dos y cuatro elementos.
Sería interesante expresarle que los años de
escolaridad en algunos países son más importantes que los que se dan en México
porque Noruega, Estados Unidos, Canadá, Francia y Finlandia o Chile son más
elevadas sus cifras que las que registra el nuestro, porque los gobiernos y las
autoridades educativas ponen realmente interés en la educación de las
generaciones nuevas. Lo que estoy comentando tiene mucho que ver con la
formalidad, ya que cada uno de los
sistemas escolares se basa en las normas que se derivan de las leyes que crean
las prácticas pedagógicas de las entidades; pocos son los que logran descubrir
qué otras formas se pueden concebir para que cada persona dedique su tiempo a
capacitarse, memorizar, flexibilizar el razonamiento e interpretar por sí mismo
su verdadera vocación, por lo cual esto que manifiesto a grandes rasgos es lo
que hace falta en los países de este mundo atormentado desde hace tiempo por
las desavenencias, enconos y desacuerdos.
Por los anteriores comentarios, es
insoslayable expresar que cada día se debe pensar de la manera más lógica y
congruente en modalidades educativas que no sean tan exigentes y que merezcan
libertad, sosiego y situaciones placenteras para aprovechar el conocimiento que
la propia sociedad impulsa en los diversos ámbitos.
Es sorprendente que la Universidad de Oxford,
en estos últimos años, esté preocupada por diseñar y organizar, de manera
concreta, el estudio abierto en diversos pueblos, para penetrar en los seres
humanos que al conocer el idioma inglés tienen acceso libre al conocimiento que
registran sus textos.
Lo que está sucediendo en el mundo actual es
importante; hay que enfrentarlo con los mejores propósitos para obtener
excelentes resultados. zmgh42@hotmail.com
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