Arturo Reyes Isidoro
La
llegada de Rodolfo Mendoza
Ayer por la mañana, cuando supe que la tarde
de este martes Rodolfo Mendoza Rosendo tomará las riendas del Instituto
Veracruzano de la Cultura y lo comenté en las redes sociales, la respuesta no
se hizo esperar: los comentarios que suscitó la noticia fueron favorables,
lógicamente en especial de quienes participan de la vida cultural de Veracruz.
Hombre de cultura, xalapeño en especial
dedicado a las Letras, apenas el pasado 29 de septiembre había sido nombrado
Coordinador de la Feria Internacional del Libro Universitario de la Universidad
Veracruzana por la nueva rectora Sara Ladrón de Guevara.
Egresado de la Facultad de Letras de nuestra
casa de estudios, ensayista, editor, articulista, coautor de libros con el
Premio Cervantes de las Letras Españolas, Sergio Pitol, Rodolfo se ha
significado además por ser un promotor de las actividades culturales y de ello
da cuenta su participación en el Hay Festival, por ejemplo.
Siendo este un gran acierto del gobernador
Javier Duarte de Ochoa al nombrarlo lo que le da prestancia al equipo de
Gobierno, para los dos es un reto el encargo y la nueva responsabilidad porque
finalmente si bien la cultura es la cultura, válgase la perogrullada, la
cultura manejada desde una dependencia oficial no deja de tener siempre una
implicación política.
Por eso mismo, por un lado debe reconocerse
la apertura del titular del Ejecutivo, ya que Mendoza Rosendo aunque tiene
todos los méritos y la estatura para ocupar el cargo con toda la autoridad, no
se ha distinguido precisamente por ser militante priista, ni panista (un
interesante trabajo de investigación de Consulta Mitofsky dado a conocer a
finales del mes pasado ubica por parejo al PRI y al PAN en la derecha, de lo
cual ya nos ocuparemos), sino por tender hacia la izquierda.
En el sexenio pasado, Esther Hernández
Palacios, poeta, escritora, también mujer de Letras y de cultura y de la
cultura, valiosa ella ahora en el activismo de protesta, identificada también
con la corriente de izquierda, tuvo que dejar el cargo porque trató de mantener
al IVEC alejado de cualquier filiación partidista, dedicado exclusivamente a la
cultura como debe ser (la cultura no tiene partido), lo que no gustó al
entonces Gobernador.
Mendoza Rosendo seguramente tratará de ir por
el mismo camino, es decir, por ejemplo, tratará de darle todo su valor a la
cultura totonaca, pero no permitirá que sea un patrimonio exclusivo del
discurso priista sino de todos los mexicanos y de todos los veracruzanos, sin
distingo, y de toda la humanidad, pero, además, amén de que tendrá que atender
y fomentar la cultura popular, es un hombre de mente abierta, verdaderamente open
mind, como lo demuestran algunos trabajos que ha publicado en la revista La nave, que dirige, por lo que es de
esperarse que al otorgársele hoy su nombramiento vaya implícito también el
respeto a su trabajo, lo que además proyectaría positivamente la imagen de la
administración estatal y de Veracruz en general.
Su llegada al cargo (hoy a las seis de la
tarde en el Museo de Antropología de Xalapa) es alentador y al menos entre la
comunidad dedicada a la cultura o vinculada con ella será bien recibido que
Duarte de Ochoa abra las puertas de su gobierno a otras corrientes, a gente
valiosa que le puede ayudar, y que no le tenga temor al talento, a la
inteligencia, al conocimiento, como lo han tenido otros gobernantes y por ello
se han cerrado, acaso por su medianía o miedo a verse rebasados por alguien que
sabe o puede saber más.
Aparte de ello, al nuevo director del IVEC no
le espera una tarea fácil, no porque se sabe que ese Instituto, como otras
dependencias, dispone de un presupuesto nada holgado o suficiente para tantas
cosas que hay que hacer o que se pueden hacer, siendo Veracruz un estado muy
rico en expresiones culturales.
De algo le han de servir sus relaciones con
personas e instituciones no sólo del país sino del extranjero, y es de
esperarse, en fin, que el estado viva no sólo una nueva etapa en cuanto a
política cultural sino una etapa de florecimiento como hace mucho tiempo se
espera. ¡Ah! Y ojalá y su jefe inmediato, administrativamente hablando, Harry
Grappa Guzmán, titular de la Secretaría de Turismo y Cultura, le brinde todo el
apoyo.
Elizabeth
no deja deudas
Al llegar ya casi al final de su trienio, no
deja de sonar extraño que la alcaldesa de Xalapa, Elizabeth Morales García, no
heredará una sola deuda contraída por su administración a quien será su relevo,
Américo Zúñiga Martínez.
Sueña extraño porque a diario nos enteramos
por la prensa cómo algunas administraciones municipales del estado atraviesan
por serias dificultades no sólo para concluir el año sino también su gestión a
causa de un manejo administrativo y financiero.
La presidenta municipal saliente de la
capital del estado ha sido previsora, organizada y responsable: así como
recibió de su antecesor David Velasco Chedraui una administración en orden, con
recursos y andando bien, así habrá de entregar.
Apoyada en un buen equipo de trabajo
encabezado por su director de Egresos, Noel Miranda, un joven economista, la
administración municipal se apresta a iniciar el pago de aguinaldos en la
segunda quincena de este mes, en unos cuantos días, y dejará, además, recursos
para los compromisos de pago de inicio de año, fiscales, por ejemplo, o de
nómina.
Por eso mismo no ha tenido necesidad de
recurrir al gobernador Javier Duarte de Ochoa para que la apalanque con
recursos como tampoco de buscar que la Legislatura le autorice que contrate
algún crédito con alguna institución bancaria.
Este logro de la alcaldesa, en mucho, se debe
a que nunca hizo lo que la mayoría: distraer recursos de algunas partidas para
destinarlas a otras, sino que las aplicó estrictamente para lo que estaban
etiquetadas. Hoy duerme y ronca a placer a diferencia de muchos otros
presidentes municipales a los que incluso podrían esperarles denuncias legales.
En fin, si en ese rubro Elizabeth hizo las
cosas bien, hay que reconocérselo. Por lo pronto, la transición ya tiene lugar,
con los que vienen; está en marcha la entrega-recepción. Al menos Américo
Zúñiga no vivirá ni sufrirá lo que otros.
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