Luis
Velázquez
Escupir
para arriba
El segundo Contralor del sexenio próspero,
Mauricio Audirac Murillo, habla de que por ningún concepto permitirán que los
recursos públicos sean malgastados. Ajá; pero la realidad, los hechos y las
circunstancias, lo contradicen.
Y si el exdirector del ORFIS (Órgano de
Fiscalización Superior) y auditor interno y externo de alcaldes, pretende dar
“atole con el dedo” a la población electoral ha escogido un camino erróneo.
Dígase, por ejemplo, cuánto costó la
precampaña y la campaña electoral de candidata a diputada local de Ana
Guadalupe Ingram, que habría sido pagado con cargo al erario público.
Dígase, por ejemplo, el millonario gasto que
Alberto Silva, alias “El cisne”, hizo con cargo a las finanzas del Ayuntamiento
de Tuxpan para convertirse en el político mediático número uno de “Los niños de
la fidelidad”… de cara a la gubernatura 2016.
Dígase, por ejemplo, cómo, de qué manera “El
cisne” logró construir un hotel en el norte de Veracruz, de súper lujazo, antes
de que el gallo cantara tres veces.
Dígase, claro, la inversión multimillonaria
de la secretaría de Finanzas y Planeación para financiar las campañas de los
candidatos a diputados locales tanto del PRI como de sus partidos anexos,
conexos y similares, entre ellos, el AVE, el PRD, el PT, el Partido Verde y el
Panal, lo que le ha permitido tener 36 de los 50 legisladores al servicio del
poder Ejecutivo.
Dígase, por ejemplo, si el asqueroso gasto en
la prensa escrita, hablada y digital de norte a sur de Veracruz ha servido para
construir una buena imagen del sexenio próspero cuando la realidad avasalla con
sus hechos adversos, entre el fuego cruzado, los muertos, los secuestros, los
desaparecidos y las extorsiones.
Díganse, incluso, las razones por las cuales
ninguna obra pública de envergadura, trascendente en la vida cotidiana para
enaltecer la calidad de los días y las noches, ha sido erigida en los últimos
tres años en “el estado ideal para soñar”.
De seguro el segundo Contralor ha fumado
mota, y de la mala, para visualizar una realidad sólo existente en su
imaginación y fantasía.
TRÁFICO DE INFLUENCIAS
El segundo Contralor dice que la austeridad y
la cuchilla para evitar que los políticos malgasten recursos se aplicará de
igual manera en los 212 alcaldes, como parte, háganos favor, de un programa
peñista (sexenal, por supuesto) llamado de manera pomposa “armonización
contable”.
Lo importante del asunto es que el Contralor
tendrá que aplicar la barredora con todo el vigor y la energía del mundo para
evitar que uno que otro político (como sucediera con su antecesor, Iván López)
ordene contratar su despacho contable para arreglar las cuentitas de los
ediles, de tal forma que si por un lado los alcaldes dilapidan el erario, por
el otro, los contadores purifiquen la cuenta pública.
Y más ahora cuando los 50 diputados de la
LXIII Legislatura están llegando, muchos de los cuales, sin ninguna duda,
caerán en la misma tentación de sus antecesores y uno que otro titular del
ORFIS, la Comisión de Vigilancia del Congreso, de la Contraloría y de SEFIPLAN,
de traficar influencias para que los presidentes municipales privilegien sus
despachos de auditores y presentar como buenos los recursos mal gastados.
AUDIRAC ESCUPE PARA ARRIBA…
Incluso, podría escribirse que el segundo
Contralor está escupiendo para arriba… por las siguientes razones:
Una: en Veracruz se vive hoy el sexenio y los
trienios de la frivolidad. Los recursos públicos han sido malgastados como
nunca antes en la historia pública local.
Dos: también se vive y padece el sexenio de
la codicia. La fama pública de que algunos funcionarios están en abierta y
reñida competencia para ver quién se enriquece más y en menos tiempo, con
ranchos, ganado, sistemas de riego, cultivos agrícolas, lotes, edificios,
residencias, fraccionamientos, departamentos en la ciudad de México y Estados
Unidos, hoteles, pinturas, joyas, cuentas bancarias, etece, etece.
Tres: los contratistas, por ejemplo, aseguran
que cada uno de los cuatro secretarios de Comunicaciones (ahora SIOP) han
llegado al cargo público con sus empresas constructoras favoritas, y si alguna
duda existiera solo bastaría con escarbar en cada caso.
Así, nueve de cada diez constructoras están
en gravísimo estado de liquidez, malbaratando su equipo pesado, terrenos y
hasta residencias.
Y, bueno, malgastar recursos, como dice
Mauricio Audirac, también incluye el tráfico de influencias, pues el diezmo y
el doble diezmo bien puede, en todo caso, canalizarse a obra pública.
ADMINISTRAR LAS FINANZAS IGUAL QUE
ADMINISTRAR UNA CASA
En contraparte, habría de citar la historia
de don Frumencio, que en el pueblo sólo necesita para vivir y ser feliz un
metro cuadrado de tierra, donde todos los días se sienta a leer el periódico y
un libro, y a tomar café, y a desayunar y comer y cenar.
En su pequeño y gigantesco paraíso, tiene,
además, una gallinita del tamaño de una mosca que todos días, en rara y extraña
contradicción, pone huevos del tamaño normal de una gallinácea, y ahí mismo, en
su metro cuadrado de tierra, se las cocina.
Vive, claro, con la medianía de su miserable
jubilación que apenas y le alcanzó para comprar ese cachito de paraíso. Su
única esperanza (lo único que dura toda la vida) es que en el fondo de la
tierra, digamos, de su metro cuadrado, y como ocurre en un cuento del cronopio
Julio Cortázar, haya petróleo, y se vuelva rico antes de que el gallo cante
tres veces.
Y que Tomás Ruiz González lo decía así:
administrar una entidad federativa es como administrar las finanzas de una
persona y/o de una casa…
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