Julio Alonso
Iglesias.
El Diccionario de la Real Academia de la
Lengua Española define la palabra sindicato como: Asociación de trabajadores constituida para la defensa y
promoción de intereses profesionales, económicos o sociales de sus miembros.
Al igual que un tumor canceroso, la corrupción de los
líderes sindicales, se encuentra esparcida en todo el estamento del movimiento
organizado de los trabajadores mexicanos. El problema se divide en dos grupos:
Los sindicatos fantasma:
La extendida práctica
de los contratos de protección en México, o “sindicalismo fantasma”, genera una
red de corrupción que va desde las
igualas que otorgan las empresas a los supuestos líderes
sindicales, pasando por los pseudo abogados que representan a los gremios y les
realizan todos los trámites para obtener el registro, y las tomas de nota,
señaló en un informe del 2011 el abogado laborista Carlos de Buen.
El informe señala que
los sindicatos fantasmas generan un negocio a largo plazo, en el que reciben
una iguala mensual
de los patrones por fingir que representan a los trabajadores, y la cual
comparten con los ”abogados” que eligieron, quienes, a cambio, deben mantener
vigente el registro sindical que la autoridad le expidió, y los cuales, a su
vez, “quizá otorgarán una gratificación para agilizar los trámites” y así
evitar el tener que acreditar los requisitos legales que deben cumplir cada que
se vence el registro o la toma de nota.
Según señala De Buen,
la administración de estos contratos colectivos de protección “es toda una red
de corrupción”. Estas prácticas se asentaron en el país desde hace siete
décadas, y hoy en día esta red de corrupción
se ha extendido, en todo el sistema laboral.
Los sindicatos corruptos o prostituídos.
Mientras en países como Noruega los sindicatos están para
servir a sus compañeros sin robarse un solo peso, como es el caso del líder del
sindicato petrolero de Noruega que vive en una casa típica de obreros y su auto
es de tipo popular, en México es común verlos en BMW, Cadillac, y volvos
totalmente equipados
México es uno de los paraísos sindicales de los pseudo -
líderes sindicales que manejan como cacicazgo una representación de
trabajadores ya sea de una empresa o de una institución pública. Y que también
sacrificando a sus compañeros de sindicato, generan un negocio a largo plazo,
en el que reciben una iguala
mensual de los patrones por traicionar a sus representados que son
los trabajadores (basta ver los autos, y propiedades como casas de campo, ranchos
y otros negocios, obtenidos con el dinero fruto de su corrupción).
En los estados, la corrupción sindical es prácticamente
institucional, ya que es un instrumento político de control para muchos gobernadores
sobre la base de trabajadores en activo e incluso de jubilados de las
dependencias y universidades estatales.
Negocian notarias con gobernadores para sus hijos a pesar
de que rara vez se pusieron a estudiar la carrera de Derecho, o los mandan de
vacaciones un par de años al extranjero bajo el pretexto de que estarán
estudiando una maestría con cargo al erario público.
El negocio de los sindicatos para beneficio de sus líderes y familiares de
manera vitalicia tomó fuerza cuando el gobierno revolucionario de México en los
años 20´s y 30´s para efecto de controlar a los obreros y campesinos
Ha y que recordar que la Quina, Barragán Camacho entre
otros líderes petroleros, que llegaron a tener tal poder que ya se sentían con
facultades para quitar y poner presidentes de México
Fidel Velásquez líder vitalicio de la CTM y Rodríquez
Alcaine el de los electricistas de la DFE, que se mantuvieron vitalicios hasta
su muerte y donde la democracia es letra muerta hasta el día de hoy.
Es lamentable que en la actualidad son negocios de clanes
de familia, pero más lamentable que el propio trabajador. Producto del
bombardeo televisivo y manipulación del discurso gubernamental haya perdido
dignidad y actúe como borrego a todas las indicaciones de sus “líderes”
vitalicios.
En la formación de estos “negocios familiares” intervienen
cuatro elementos nocivos:
a) La acción continua de patrones y
gobiernos ya sea federal o estatales de ofrecer dinero bajo la mesa a los
líderes sindicales para comprar su lealtad aún en prejuicio de los
trabajadores.
b)
La
pasividad de los mismos trabajadores, que acostumbrados a recibir camisetas y
gorras marchan felices a desfiles del 20 de noviembre y el 1 de mayo de cada
año a cambio de una torta y un refresco, mientras los lideres de sus sindicatos
no desfilan pero si organizan a sus borregos, perdón “compañeros”, en sus desfiles a fin de que
pase revista un gobernador que poco interés tiene en su pueblo. Y que con una
cultura de adulación o de “besa manos” al “jefe” difícilmente le cuestionan su
integridad o a disputarle un puesto en el sindicato.
c)
El
marco jurídico que les permite repetir y perpetuarse en el poder de manera
vitalicia.
d)
La
falta de transparencia que impide a la sociedad conocer la situación financiera y patrimonial de estos
sindicatos.
Los sindicatos que se encuentran en peores
condiciones son los que “representan” a los trabajadores en el sector público,
y la siguiente categoría se encuentra en los sindicatos de universidades
públicas.
Una vez en el poder es frecuente que no
atiendan a sus representados y los “bateen” con las secretarias de que no está
disponible, y los regañen por no obedecer incondicionalmente al titular de la
dependencia.
Muchos de estos “lideres” aprovechan la
ocasión para postularse a puestos de diputados ya sean estatales o federales,
ya que parten de contar con una masa de rehén de trabajadores que les apoya
“incondicionalmente” además de contar con fondos de la dependencia o
institución educativa en la que se desarrollan las actividades del sindicato.
Mientras estos sindicatos corruptos no se les
obligue a transparentar recursos, se prohíba la reelección, y se castigue
penalmente la asignación directa de recursos a líderes sindicales, pocas
posibilidades tiene México y en particular Veracruz de ofrecer un sueldo digno
a sus trabajadores.
La reflexión es suya, hasta la próxima.
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