Luis Velázquez
Piedad,
general, piedad
Señor general Arturo Bermúdez Zurita, secretario de
Seguridad Pública, un pueblo, Veracruz, clama a usted piedad, señor, piedad.
Por lo siguiente, general: el domingo 10 de noviembre, en
Lerdo de Tejeda, fue secuestrado el niño de 8 años de edad, José Antonio
Aguilar Yépez, hijo de la ex presidenta municipal, Fernanda Yépez Montalvo.
El lunes 11 de noviembre, fue secuestrado en Las Choapas
el niño Antonio de Jesús, hijo de una familia humilde, sencilla, modesta,
pobre.
El 2 de noviembre, en el puerto jarocho fue secuestrada,
y hasta anoche seguía desaparecida, la estudiante de la facultad de Odontología
de la Universidad Veracruzana y empleada del Seguro Social, Ámbar Nayeli.
Tres profesores han sido asesinados y, según las
versiones, ligados a los maestros activistas.
Álvaro Morales silva, decapitado el 31 de octubre en
Coatzacoalcos. Juan José Carrillo, ejecutado en Cosamaloapan. Aurelia Conde
Valenzuela, asesinada y arrojada en la vía pública con el cuerpo putrefacto en
Gabino Barreda.
Una pareja, Sara Garrido Sánchez, de 21 años, y Jair
Montero Martínez,, fueron levantados por una patrulla policiaca en Córdoba, en
la colonia Santa Cruz Buena Vista, y hasta anoche, desaparecidos.
Señor general, piedad, por favor, en nombre de los casi 8
millones de veracruzanos, piedad.
Si es necesario, incluso, que uno se postre ante usted,
con humildad, como Juan Diego ante la morena del Tepeyac, como los eunucos a
los emperadores romanos, como Joseph Goebbels a Adolfo Hitler, nos hincamos
reverentes, pero por favor, piedad, general, piedad.
Estamos cumpliendo, general, tres años consecutivos de
una creciente y multiplicada e imparable ola de zozobra e incertidumbre, de
miedo y temor.
La vida, señor, se ha vuelto irrespirable. Una pesadilla.
Cada día, cada noche, cada hora, un fantasma. La angustia de acostarse vivo y
amanecer plagiado, un cadáver, cercenado, arrojado en la vía pública, sepultado
en una fosa común.
¡Apiádese, general, de la población electoral que cada
tres y seis años sufraga en las urnas por los candidatos a un puesto de
elección popular.
SE VIVE A LA BUENA DE DIOS…
Usted, general, y como cada secretario del gabinete legal
y, quizá, ampliado, vive cada día y cada noche con una súper escolta. Se
transporta en avión y helicóptero de un confín a otro de Veracruz. Siempre lo
protegen.
Y es lógico. Muchos, quizá, de los malosos y ladrones y
asaltantes y asesinos y el mundo sórdido de la delincuencia organizada y común,
le han de traer muchas, muchísimas ganas.
Pero, general, en contraparte, los casi 8 millones de
veracruzanos vivimos desprotegidos, a la buena de Dios, confiando en la
eficacia y eficiencia de los cuerpos policiacos, de quienes usted mismo,
general, ha dicho que hay elementos ligados a los sicarios y pistoleros.
Y, por tanto, cada día se ha vuelto una aventura. La
aventura de vivir. La aventura de iniciar el día con vida y anochecer, quizá,
acaso, plagiado.
Pero además, y como en decenas, cientos de casos, y como
en el caso de Jorge, el hermano del diputado Juan René Chiunti, con el rescate
pagado, y desde el mes de abril, desaparecido.
Piedad, general, piedad.
VIVIR SIN LOS FAMILIARES DESAPARECIDOS
Imagine usted, general, el dolor y la herida sangrando de
la familia de Ámbar Nayeli, la familia de los niños secuestrados en Las Choapas
y Lerdo de Tejada, la familia de la pareja desaparecida en Córdoba, las
familias de los tres profesores asesinados, etcétera, etcétera.
La vida sin ellos.
Pero, además general, acuérdese usted de la prioridad
constitucional en un Estado de Derecho, que es garantizar la seguridad en los
bienes, cierto, pero más, mucho más, en la vida cotidiana de cada familia, cada
ciudadano, cada habitante de un pueblo.
Y, bueno, los teóricos lo dicen de la siguiente manera:
si el Estado incumple con la tarea, entonces incidimos en un Estado Fallido,
por más que en el discurso oficial se hable de otra realidad, la realidad
experimentada en los titulares, en la burbuja de cristal, en el palacio de la
miel, con la gente bonita, la gente V.I.P.
EL GENERAL CUIDA LAS CALLES Y LOS PUEBLOS
Usted, general, con los más de 25 mil policías, cuida, se
entiende, las calles y las avenidas y las ciudades y las carreteras.
Y, bueno, si de norte a sur de Veracruz hay pobreza y
miseria, desempleo y migración, gente enferma, anémica, desnutrida, sin
estudios primarios ni secundarios básicos y población analfabeta, etcétera, y
todavía, de ñapita, cargando la cruz de la inseguridad camino al Gólgota,
significa, sin duda, habitar el infierno.
Si cada día se ha convertido en una encrucijada, así,
general, hemos vivido en “el estado ideal para soñar” un aproximado de diez mil
días y diez mil noches, y por tanto, significa demasiado, excesivo tiempo en la
oscuridad, una larga y extensa “noche de los cuchillos largos”.
Piedad, general, piedad, para el pueblo que usted
gobierna desde la súper secretaría de Seguridad Pública.
Tenga compasión. Apiádese de los ciudadanos, los
gobernados, la gente que todos los días vive con sencillez.
Que la Patria, general, si usted cumpliera, se lo premie
y pague, aun cuando con el simple deber cumplido, un militar está más que
satisfecho.
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