Arturo Reyes Isidoro
¿El diablo en
calzoncillos?
¿Cómo
será Enrique Peña Nieto como Presidente? La pregunta parece ociosa pero a mi
juicio no lo es.
Es
cierto que asumió la Presidencia el 1 de diciembre de 2012 y que ha sido casi
dos años después, apenas el día 12 de este mes con la promulgación de las leyes
secundarias de la Reforma Energética, cuando recuperó totalmente para el
priismo y él se hizo del pleno poder político que da el sistema mexicano, que
por doce años prestaron los tricolores al PAN. Será a partir de este lunes
cuando lo comenzaremos a conocer de veras al iniciar su tercer año de mandato y
luego de que pase todo el rebumbio mediático por la entrega de su segundo
Informe este lunes y mañana por su mensaje a la nación.
Los
más diversos analistas coinciden en que su presidencia comienza apenas. Tres
ejemplos: el 7 de agosto Enrique Quintana en su columna “Coordenadas” de El Financiero dijo que había concluido
la primera etapa y habló de una nueva narrativa que girará en torno a tres
ejes: 1. El regreso del crecimiento económico; 2. Las grandes obras de
infraestructura; y 3. El mejoramiento de la seguridad ciudadana.
Un
días después Raymundo Riva Palacio en su columna “Estrictamente Personal” que
publica en el mismo diario dijo que apenas comenzaba el sexenio (será el
cuatrienio) de Peña Nieto, que las cosas van a cambiar a partir de septiembre y
que como ningún otro presidente es rigurosamente disciplinado con el manual de
operación política que desarrolló en el Estado de México cuando fue gobernador.
El
sábado pasado 30 de agosto René Delgado, Director Editorial del diario Reforma, en su columna “Sobreaviso”
apunta que la voluntad de Peña de darle marco jurídico a su proyecto de
reformas limitó en más de un aspecto lo que el historiador Daniel Cosío
Villegas definió y acuñó como el estilo personal de gobernar.
A
su juicio, en lo que coincido, el jefe del Ejecutivo se guardó y en obsequio al
respaldo de la oposición fue evidente que muchos asuntos graves, abusivos o
espinosos que involucraron al panismo y al perredismo se dejaron pasar en el
ánimo de no romper la armonía que exigía el Pacto (por eso en Veracruz se
entregó la cabeza de Salvador Manzur cuando el PAN la pidió a raíz del
Bocagate).
“Desde
esa perspectiva, no es aventurado afirmar que Enrique Peña Nieto fue uno antes
de las reformas y otro será después. La gran interrogante es con qué mandatario
se contará en esta segunda etapa, cuál será su estilo personal de gobernar”. Ya
lo habremos de conocer.
Algunas
cosas son esperanzadoras (ya lo analizaré), pero también hay signos de qué
preocuparse. Otro influyente articulista y analista, Leo Zuckermann, en un
artículo (“El gobierno de Peña como el dios Jano”) que publicó el pasado lunes 25
de agosto en el diario Excelsior
comentó que mucha gente le ha preguntado qué piensa de lo que ha hecho el
gobierno de Peña hasta ahora.
“…
si tuviera pocos minutos para expresarlo, utilizaría una analogía: diría que
este sexenio me recuerda al dios Jano… deidad que solían poner los romanos en
sus puertas… Consistía en dos caras de perfil mirando hacia ambos lados, uno
hacia adentro y otro hacia fuera de la casa, simbolizando el comienzo y el
término… así veo a este sexenio: con una cara dual. Una mirando hacia el
futuro, a la modernidad, al mundo del siglo XXI. Otra observando hacia el
pasado, a la tradición, al mundo del siglo XX”.
¿Por
qué veo así a este gobierno?, se preguntaba y se respondía: “Porque están, por
un lado, las reformas que se han aprobado durante estos meses. Las más
importantes apuntan hacia el futuro, hacia un proyecto de modernización que
urgentemente requería la economía mexicana… Pero, por el otro lado, está la
cara de Peña Nieto viendo
al pasado. Y es que el Presidente y su equipo vienen de una tradición política
muy peculiar: la del priismo mexiquense de Atlacomulco. A este grupo no sólo le
gusta replicar las formas del presidencialismo de antaño sino también, al
parecer, ejercer el poder por medio de mecanismos más autoritarios que
democráticos”.
¿A
qué me refiero?, volvía a preguntarse. Transcribo toda su respuesta, porque de
ser cierto –y él es serio y si se atrevió a ventilarlo públicamente es porque
seguramente tiene elementos– en el caso
de quienes escribimos, analizamos y a veces hacemos crítica tendríamos de qué
estar preocupados.
“Está
la de una organización de la sociedad civil que publicó información que
incomodaba mucho al gobierno. Un miembro del gabinete presidencial amenazó,
entonces, con comenzar un proceso penal contra los responsables de esta
organización si no se retractaban o por lo menos dejaban de hablar de este
asunto. O está la historia de una entrevista de un político opositor que fue
censurada por un medio de comunicación (aclaro que no fue el que conduzco en
FOROtv) para no “robarle” atención a la agenda mediática del gobierno de Peña.
“Están,
también, varias historias de negarse a proveer información gubernamental
haciendo hasta lo indecible para que no salgan a la luz pública. O las
auditorías fiscales a empresarios incómodos y críticos de ciertas políticas
públicas. O las filtraciones de grabaciones muy bien producidas para golpear a
‘adversarios’ de la clase gobernante. O las absurdas defensas, por todos los
medios posibles, de funcionarios ineptos y, peor aún, corruptos. O los
encarcelamientos de figuras políticas sin tener pruebas judiciales en su
contra. O las licitaciones presuntamente amañadas a favor de empresarios amigos
de los gobernantes. En fin, historias que nos recuerdan a los viejos gobiernos
priistas como si el actual viera con nostalgia el pasado y estuviera dispuesto
a llevar a cabo prácticas no propias de una democracia-liberal”.
O
sea, no sólo hace norte en Veracruz. Por eso –se entendería– fue exonerado y se le dejó más blanco que a
una blanca paloma al exdirigente tricolor Cuauhtémoc Gutiérrez, acusado de
operar una red de prostitución con recursos públicos del PRI en el Distrito
Federal, a quien el propio PRI nacional y el Instituto Electoral del Distrito
Federal lo exoneraron, por eso nunca se tocó a Salvador Manzur Díaz acusado por
el Bocagate, y por eso extrajudicialmente no la tiene fácil Maryjose Gamboa
(con ella, equivalente a un puño cerrado, nos está diciendo el sistema: mira si
te portas mal y resbalas lo que te puede pasar): el PRI, el Presidencialismo,
el sistema de vuelta tricolor está funcionando y operando ya en todo su
esplendor.
Quienes
hemos tenido ¿el privilegio? de transitar entre dos siglos no podemos olvidar
al PRI del siglo pasado, al que castigó la disidencia, la crítica, el
argumento, el talento, la inteligencia, el señalamiento, la razón con cárcel,
persecución o represalias (David Alfaro Siqueiros, José Revueltas, Heberto
Castillo, Julio Scherer García), algunos de los cuales fueron a dar a
Lecumberri o a las Islas Marías.
De
niño cuando nuestra abuela nos quería atemorizar nos decía que si no nos
portábamos bien se nos podía aparecer el diablo en calzoncillos. El diablo en
calzoncillos ya anda por ahí. ¿Cuál de
las dos caras de Jano es la que vamos a conocer?
Pero
a mi juicio también hay cosas buenas de Peña Nieto, o al menos esperanzadoras.
Ya las comentaré.
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