viernes, 26 de septiembre de 2014

EDITORIAL

El PERIODISTA
Octavio Rojas Aldana
            A las clases de civismo que impartía, el Prof. Adalberto Toto Linares, acudían también, alumnos de otros salones y de otras escuelas, en la secundaria Isaac Ochoterena, que entonces se encontraba, hace varias décadas, en una casa adaptada en Belisario Domínguez, una vez, nos platicó de una muy interesante experiencia,…“tuve un compañero dijo, que era muy inquieto e inteligente y me manifestó que lo que más deseaba era ser periodista”, se fue de San Andrés y años después regresó, como continuaba con su vocación lo invite a colaborar en el periódico que ya tenía, observé que hacia investigación, escribía, editoriales, artículos de fondo, entrevistas a políticos y personalidades de la localidad, llegaron las llamadas de elogio y las felicitaciones, inició una vida social más intensa, desayunos, comidas, llegaron las noches bohemias y las borracheras para festejar el apoyo o el ataque a tal o cual postura, era el periodista del momento, lo que él escribía, era lectura obligada, tenia peso político-económico-social impactante en la población, que buscaba sus artículos con interés. Un día, le llegaron proposiciones de la capital del estado y se fue. Le fue muy bien, sabía su oficio, había nacido para ser periodista, con todos los riegos que esto conlleva y estaba dispuesto a correrlos, tenaz, intrépido, valiente, buscador obsesivo de la verdad, escribió varios libros de gran éxito editorial y periodístico, pero finalmente tuvo que irse, por lo mismo, del estado y del País. Años después apareció en el pueblo, platicamos de muchas cosas, habló de la posibilidad de comprar un terreno pequeño y hacer una casita. Lo invite a escribir nuevamente en el periódico, pero se negó rotundamente. Después desapareció nunca volví a saber de él, no se donde vive y si está vivo o muerto.
Recuerdo de manera especial que le pregunte, según su experiencia, ¿que era ser periodista?, me miró fijamente a los ojos y me dijo: Amar con pasión tu profesión, estar preparado con la mejor cultura posible, estar al día en información de todo tipo, local, estatal y nacional, con ojos de águila real y el olfato y fiereza de un tigre de bengala, perseguir, investigar toda información periodística, donde pueda haber soborno, abuso de poder, malversación de fondos, daño patrimonial, que afecte básicamente al pueblo, a los que menos tienen y estar listo para que, con audacia y las pruebas en la mano, publicar la primicia lo mas pronto posible, sin que te tiemblen las manos y decidido a afrontar las consecuencias, tener nervios de acero, disfrutar la gloria sin demostrarlo y no tener miedo, si quieres ser rico, ser periodista, es un camino equivocado, sobrevives económicamente pero estas mas cerca que nadie, de la ofensa, el desprecio, la calumnia, de una agresión física, incluso de la muerte, ser periodista es más peligroso que ser corresponsal de guerra, tus seres queridos van a pasar  muchas carencias y angustias, pero vivirán orgullosos de tu esfuerzo, en búsqueda de la verdad, hasta tus mas acérrimos enemigos te reconocerán tus méritos, vivo estorbas, apestas, te eluden y menosprecian, cuando ya no existas, muerto, serás elogiado como un digno ejemplo público.
Unos años después, un campesino comentó que por su rancho, vive en una pequeña casita, un viejo solo, canoso y gruñón, que por casualidad se encontró y que le preguntó que hacia y que le dijo: “Nada, estoy enfermo, muy viejo, vivo aislado, pero no solo, me acompañan muchísimos recuerdos.  Para sobrevivir lo que me queda de vida, tengo unos libros que deseo releer, un poco de pan y unas botellas de aguardiente”.
Se hizo un silencio largo y se despidió diciendo, “la guerra del poder político y económico, sigue y es interminable, mi guerra ya terminó, me voy a mi paraje, con la paz que le da a mi conciencia tranquila, ver el sol, el cielo azul y el verde mar.

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