viernes, 29 de agosto de 2014

Prosa aprisa

Arturo Reyes Isidoro
“Influyentismo” xalapeño
En los años 70 del siglo pasado floreció en Xalapa el llamado porrismo, o sea, el vandalismo de grupos de supuestos estudiantes que aterrorizaban a la población, en especial a vendedores ambulantes y a comerciantes establecidos, a los que asaltaban a plena luz del día con toda impunidad y con el consentimiento y hasta la protección del propio Gobierno del Estado.
Hoy, los xalapeños de nueva generación ni idea tienen cuando ven tiendas de abarrotes con rejas o que “se encierran” por las noches y venden  y entregan productos a través de una pequeña apertura, que esas rejas nacieron en aquellos tiempos como única defensa contra aquellos salvajes con etiqueta de estudiantes.
Esos grupos nacieron y se cobijaron en la Facultad de Derecho de la Universidad Veracruzana, antes mejor conocida como Facultad de Leyes, porque los vándalos estaban inscritos ahí como estudiantes y los encabezaban supuestos líderes estudiantiles que eran verdaderos delincuentes, hoy muchos convertidos en “respetables” líderes de agrupaciones de abogados o en funcionarios locales y federales.
La Facultad de Derecho, que antes había vivido una época de oro y que era un referente ejemplar en todo el Continente, al grado que estudiantes de varios países en especial de Sudamérica y de todos los estados del país querían venir a estudiar a la entonces bien llamada Atenas Veracruzana, cayó en un descrédito total y la peor referencia que alguien podía tener era decir que había estudiado en dicha escuela.
Lo cierto es que entonces el título de “Licenciado” se volvió un equivalente a porro, vándalo, asaltante, golpeador, bárbaro, calamidad, peligro, lacra social, enemigo público y todo lo peor que usted se pueda imaginar, y se acuñó una frase que hizo historia. Se decía que en Xalapa todo mundo era Licenciado mientras no demostrara un modo honesto de vivir.
Lo he traído del recuerdo porque un sucedido reciente me ha hecho reparar en que quién sabe desde cuándo –aunque creo que esto ha sido y es permanente– en Xalapa padecemos de otra plaga: la de los influyentes, la del influyentismo, y hasta se podría parodiar diciendo que en Xalapa todos son influyentes mientras no demuestren un modo honesto de vivir.
El pasado lunes 18 de agosto, con el regreso a clases, en la capital del estado hubo necesidad de implementar un operativo vial emergente y especial dado que varias calles estaban cerradas por reparación o reconstrucción por parte del Ayuntamiento, para agilizar el tráfico y evitar las menores demoras y molestias posibles.
Para ello, el alcalde Américo Zúñiga Martínez pidió el apoyo de la Secretaría de Seguridad Pública, que también maneja la policía vial, e incluso autorizó aplicar el reglamento municipal sin ninguna consideración para quitar vehículos mal estacionados, vendedores ambulantes sobre el arroyo de circulación, sillas, tenderetes, cubetas de cemento y todo lo que algunos vecinos y comerciantes ponen para “apartar” lugar aunque ocupen media cuadra.
La reacción de propietarios de esos vehículos y de todos los estorbos reaccionaron hechos una furia porque los empezaron a meter al orden, y afloró el influyentismo, todo mundo sacó a relucir “charolas”, gafetes y a amenazar a los agentes viales y policías que auxiliaban, amenazándolos además diciéndoles que no sabían con quién se metían porque eran primos hermanos de Javier Duarte, parientes de Arturo Bermúdez, sobrinos de Elízabeth Morales, cuñados de Erick Lagos, cuadernos de Alberto Silva, y párele. Incluso con las cámaras de sus teléfonos celulares les hacían selfies a los agentes del orden para tenerlos bien identificados.
Acaso para los “tránsitos” y policías de siempre en Xalapa aquello no representaba ninguna novedad, pues bien saben cómo nos las gastamos los habitantes de la capital, pero el que no salía de su asombro e incluso estaba embelesado con lo que presenciaba, escuchaba y hasta recibía amenazas era el director general de Tránsito del Estado, Jorge Israel Ponce de León.
Y es que aparte de fregonazo en cuestiones de seguridad y vialidad (en otra ocasión les platico), entre otras cosas ¡es licenciado en Psicología Organizacional! por el Instituto Tecnológico Superior de Monterrey (ITSM), habiéndose iniciado en empresas regiomontanas en las que, entre otros objetivos, estudiaba el comportamiento humano, del personal, para mejorar el funcionamiento de las compañías, industrias, etcétera.
El hombre como buen servidor público, en acatamiento a las indicaciones de su jefe Arturo Bermúdez, pero también para poner el ejemplo, se puso su chaleco verde, su gorra y jaló por un pito y salió a la calle, como uno más, y cómo prácticamente nadie lo conoce por no ser veracruzano pasó de incógnito lo que le dio la ventaja de poder observar-estudiar con todo detenimiento el comportamiento de los “influyentes” xalapeños ¡y quedó encantado! pese a los insultos que recibió, al grado de haber expresado que le gustaría escribir un libro especializado sobre este tipo de comportamiento.
El psiquiatra español Juan Antonio Vallejo-Nágera, famoso entre otras cosas por haber escrito un libro sobre la personalidad del escritor japonés Yukio Mishima, que es todo un referente sobre el tema, en otro excelente libro, Locos egregios, hoy ya casi inconseguible, narra que un día de asueto en Roma, paseando en el coche del profesor Ugo Cerletti, inventor del electrochoque, este se distrajo y estuvo a punto de atropellar a un hombre fornido que empujaba un carro de verduras.
“Por la calle vacía empezaron a retumbar los convencionales insultos, con la mención final de que la madre del conductor era una ‘puttaaana’. Paró el coche el viejo profesor, y cuando yo temía un ataque de intempestivo machismo, dijo: ‘Fíjate bien, Juan Antonio, fíjate en la preciosidad de voz que tiene este barrigudo. Al ver que habíamos parado y le contemplábamos, el verdulero arreció furiosamente lo que consideraba parte esencial de su discurso: Que la mencionada madre era una ‘puttana, puttaana, putttaaana’… Ante mi pasmo, Cerletti escuchaba embelesado. ‘Mira, ahora casi da el do de pecho, en la última aaana’… ‘observa su estructura anatómica: rechoncho, distribución feminoide de la obesidad, manos pequeñas; lo identificarás como próximo a un síndrome adiposo-genital de Frölich.’ ‘Con un mínimo de adiestramiento, esa voz podría ser una maravilla.’ ‘Y es que esta alteración del funcionamiento de la hipófisis lleva consigo, como recuerdas, otras alteraciones glandulares, y su influencia sobre el desarrollo corporal frena el de la laringe, que conserva los tonos agudos, mientras la amplitud del tórax y el acúmulo de grasas sobre él forma la más perfecta caja de resonancia, es una especie de Stradivarius humano…’”.
¡Pa su má! ¡Qué diagnóstico hizo en ese momento! Pero, igual que ahora a Ponce de León, le valían los insultos pues tenía ante sí material para estudio de su especialidad. Esperamos el libro del funcionario de Tránsito. Y sí, Xalapa además de Ciudad de las Flores y Atenas Veracruzana es también Ciudad del Influyentismo.





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