Arturo Reyes Isidoro
“Influyentismo”
xalapeño
En
los años 70 del siglo pasado floreció en Xalapa el llamado porrismo, o sea, el
vandalismo de grupos de supuestos estudiantes que aterrorizaban a la población,
en especial a vendedores ambulantes y a comerciantes establecidos, a los que
asaltaban a plena luz del día con toda impunidad y con el consentimiento y
hasta la protección del propio Gobierno del Estado.
Hoy,
los xalapeños de nueva generación ni idea tienen cuando ven tiendas de
abarrotes con rejas o que “se encierran” por las noches y venden y entregan productos a través de una pequeña
apertura, que esas rejas nacieron en aquellos tiempos como única defensa contra
aquellos salvajes con etiqueta de estudiantes.
Esos
grupos nacieron y se cobijaron en la Facultad de Derecho de la Universidad
Veracruzana, antes mejor conocida como Facultad de Leyes, porque los vándalos
estaban inscritos ahí como estudiantes y los encabezaban supuestos líderes
estudiantiles que eran verdaderos delincuentes, hoy muchos convertidos en
“respetables” líderes de agrupaciones de abogados o en funcionarios locales y
federales.
La
Facultad de Derecho, que antes había vivido una época de oro y que era un
referente ejemplar en todo el Continente, al grado que estudiantes de varios
países en especial de Sudamérica y de todos los estados del país querían venir
a estudiar a la entonces bien llamada Atenas Veracruzana, cayó en un descrédito
total y la peor referencia que alguien podía tener era decir que había
estudiado en dicha escuela.
Lo
cierto es que entonces el título de “Licenciado” se volvió un equivalente a
porro, vándalo, asaltante, golpeador, bárbaro, calamidad, peligro, lacra
social, enemigo público y todo lo peor que usted se pueda imaginar, y se acuñó
una frase que hizo historia. Se decía que en Xalapa todo mundo era Licenciado
mientras no demostrara un modo honesto de vivir.
Lo
he traído del recuerdo porque un sucedido reciente me ha hecho reparar en que
quién sabe desde cuándo –aunque creo que esto ha sido y es permanente– en
Xalapa padecemos de otra plaga: la de los influyentes, la del influyentismo, y
hasta se podría parodiar diciendo que en Xalapa todos son influyentes mientras
no demuestren un modo honesto de vivir.
El
pasado lunes 18 de agosto, con el regreso a clases, en la capital del estado
hubo necesidad de implementar un operativo vial emergente y especial dado que
varias calles estaban cerradas por reparación o reconstrucción por parte del
Ayuntamiento, para agilizar el tráfico y evitar las menores demoras y molestias
posibles.
Para
ello, el alcalde Américo Zúñiga Martínez pidió el apoyo de la Secretaría de
Seguridad Pública, que también maneja la policía vial, e incluso autorizó
aplicar el reglamento municipal sin ninguna consideración para quitar vehículos
mal estacionados, vendedores ambulantes sobre el arroyo de circulación, sillas,
tenderetes, cubetas de cemento y todo lo que algunos vecinos y comerciantes
ponen para “apartar” lugar aunque ocupen media cuadra.
La
reacción de propietarios de esos vehículos y de todos los estorbos reaccionaron
hechos una furia porque los empezaron a meter al orden, y afloró el
influyentismo, todo mundo sacó a relucir “charolas”, gafetes y a amenazar a los
agentes viales y policías que auxiliaban, amenazándolos además diciéndoles que
no sabían con quién se metían porque eran primos hermanos de Javier Duarte,
parientes de Arturo Bermúdez, sobrinos de Elízabeth Morales, cuñados de Erick
Lagos, cuadernos de Alberto Silva, y párele. Incluso con las cámaras de sus
teléfonos celulares les hacían selfies a los agentes del orden para tenerlos
bien identificados.
Acaso
para los “tránsitos” y policías de siempre en Xalapa aquello no representaba
ninguna novedad, pues bien saben cómo nos las gastamos los habitantes de la
capital, pero el que no salía de su asombro e incluso estaba embelesado con lo
que presenciaba, escuchaba y hasta recibía amenazas era el director general de
Tránsito del Estado, Jorge Israel Ponce de León.
Y
es que aparte de fregonazo en cuestiones de seguridad y vialidad (en otra
ocasión les platico), entre otras cosas ¡es licenciado en Psicología
Organizacional! por el Instituto Tecnológico Superior de Monterrey (ITSM),
habiéndose iniciado en empresas regiomontanas en las que, entre otros
objetivos, estudiaba el comportamiento humano, del personal, para mejorar el
funcionamiento de las compañías, industrias, etcétera.
El
hombre como buen servidor público, en acatamiento a las indicaciones de su jefe
Arturo Bermúdez, pero también para poner el ejemplo, se puso su chaleco verde,
su gorra y jaló por un pito y salió a la calle, como uno más, y cómo
prácticamente nadie lo conoce por no ser veracruzano pasó de incógnito lo que
le dio la ventaja de poder observar-estudiar con todo detenimiento el
comportamiento de los “influyentes” xalapeños ¡y quedó encantado! pese a los
insultos que recibió, al grado de haber expresado que le gustaría escribir un
libro especializado sobre este tipo de comportamiento.
El
psiquiatra español Juan Antonio Vallejo-Nágera, famoso entre otras cosas por
haber escrito un libro sobre la personalidad del escritor japonés Yukio
Mishima, que es todo un referente sobre el tema, en otro excelente libro, Locos egregios, hoy ya casi
inconseguible, narra que un día de asueto en Roma, paseando en el coche del
profesor Ugo Cerletti, inventor del electrochoque, este se distrajo y estuvo a
punto de atropellar a un hombre fornido que empujaba un carro de verduras.
“Por
la calle vacía empezaron a retumbar los convencionales insultos, con la mención
final de que la madre del conductor era una ‘puttaaana’. Paró el coche el viejo
profesor, y cuando yo temía un ataque de intempestivo machismo, dijo: ‘Fíjate
bien, Juan Antonio, fíjate en la preciosidad de voz que tiene este barrigudo.
Al ver que habíamos parado y le contemplábamos, el verdulero arreció
furiosamente lo que consideraba parte esencial de su discurso: Que la
mencionada madre era una ‘puttana, puttaana, putttaaana’… Ante mi pasmo,
Cerletti escuchaba embelesado. ‘Mira, ahora casi da el do de pecho, en la
última aaana’… ‘observa su estructura anatómica: rechoncho, distribución
feminoide de la obesidad, manos pequeñas; lo identificarás como próximo a un
síndrome adiposo-genital de Frölich.’ ‘Con un mínimo de adiestramiento, esa voz
podría ser una maravilla.’ ‘Y es que esta alteración del funcionamiento de la
hipófisis lleva consigo, como recuerdas, otras alteraciones glandulares, y su influencia
sobre el desarrollo corporal frena el de la laringe, que conserva los tonos
agudos, mientras la amplitud del tórax y el acúmulo de grasas sobre él forma la
más perfecta caja de resonancia, es una especie de Stradivarius humano…’”.
¡Pa
su má! ¡Qué diagnóstico hizo en ese momento! Pero, igual que ahora a Ponce de
León, le valían los insultos pues tenía ante sí material para estudio de su
especialidad. Esperamos el libro del funcionario de Tránsito. Y sí, Xalapa
además de Ciudad de las Flores y Atenas Veracruzana es también Ciudad del
Influyentismo.
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