Arturo Reyes Isidoro
¿Volveremos a la
Presidencia Imperial?
Los
jóvenes nuevos ciudadanos que cumplen 18 años y que irán a votar en las
elecciones intermedias federales dentro de diez meses tenían apenas cuatro años
cuando el PRI perdió por primera vez en 71 años la Presidencia de la República
en el año 2000.
Su
niñez la acabaron de completar ya con regímenes panistas, y durante los dos
gobiernos de estos transcurrió su adolescencia y entraron a la juventud. No
saben, pues, lo que es el PRI en la
plenitud del poder.
A
finales de agosto de 1990 el escritor peruano Mario Vargas Llosa vino a México
para participar en un ya histórico y polémico debate, “El siglo XX: la
experiencia de la libertad”, que para sorpresa de propios y extraños se
transmitió en vivo a través de Televisa.
El
encuentro había sido promovido y organizado por Octavio Paz con la
participación de intelectuales de primera línea europeos y americanos. El
moderador de aquella memorable sesión era el alumno de Paz, Enrique Krauze.
Previamente,
en una conferencia de prensa por la mañana, Vargas Llosa se había abstenido de
emitir juicios sobre nuestro sistema político excusándose en el respeto al país
que lo tenía como huésped. Por la noche, en el estudio de televisión, cambió de
opinión.
Estando
al aire y ante la atención de millones que seguíamos con interés el debate
(entonces sólo existía la televisión abierta), de pronto el autor de La fiesta del chivo habló de política
mexicana aun cuando el tema a tratar era Europa del Este.
De
golpe y porrazo, el Premio Nobel de Literatura se refirió al PRI, a su
permanencia en el poder y lo puso como otro ejemplo de las dictaduras
latinoamericanas.
“Espero
no parecer demasiado inelegante por decir lo que voy a decir. Yo no creo que se
pueda exonerar a México de esa tradición de dictaduras latinoamericanas. Creo
que el caso de México, cuya democratización actual soy el primero en aplaudir,
como todos los que creemos en la democracia, encaja en esa tradición con un
matiz que es más bien el de un agravante”.
Y
soltó: “México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el
comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México…
es la dictadura camuflada… Tiene las características de la dictadura: la
permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es
inamovible”.
Las
nuevas generaciones no tienen idea del escándalo que armó aquella opinión
porque entonces nadie –con excepción de contados disidentes: el periodista
Mario Menéndez Rodríguez, el escritor José Revueltas, el pintor David Alfaro
Siqueiros y algunas plumas de la revista Siempre!–
se atrevía a llegar tan lejos. El PRI en la Presidencia era autoritario,
vertical, avasallante, omnímodo, omnipotente y omnipresente.
Es
famosa la anécdota de que su dictadura camuflada en la democracia y la
legalidad incluso llegó a cautivar al mismísimo héroe de la Segunda Guerra
Mundial, el entonces presidente de Francia, Charles de Gaulle, quien hace
cincuenta años vino a México invitado por el presidente mexiquense Adolfo López
Mateos y se interesó por el tricolor,
por su organización, por su mecanismo de operación, por su permanencia en el
poder, y habría insinuado su intención de tratar de implantar un sistema igual
en su país.
Pocos
años después de aquel famoso coloquio organizado por Paz, Krauze escribió una
trilogía con un título sugestivo que calificaba a nuestro sistema político, el
priista, y lo sintetizaba refiriéndose a una Presidencia Imperial.
En
la presentación del tercer tomo, el 27 de junio de 1997, dijo: “Todo libro de historia tiene su prehistoria. La de La
Presidencia Imperial, último tomo de la trilogía que incluye Siglo
de Caudillos y Biografía del Poder,
comenzó en el ya remoto año de 1968. Fui un participante fervoroso del
movimiento estudiantil, y como tantos otros jóvenes de entonces sentí de manera
directa y visceral la presencia excesiva del poder en México, el modo en que
sutil o brutalmente coartaba libertades políticas esenciales como la de
expresión y manifestación, la de criticar y también la de elegir a nuestros
gobernantes”.
“El paso de los años y el saldo cada vez más desastroso de
los sexenios confirmaron puntualmente la tesis de un maestro entrañable de
nuestra generación: don Daniel Cosío Villegas. El poder casi absoluto de los
Presidentes –afirmaba– los convierte en monarcas sexenales con ropajes
republicanos”.
En uno de sus párrafos, apuntó: “En abono de la verdad, es
preciso reconocer que el sistema que ahora ha entrado –al menos eso esperamos–
en su etapa terminal, procuró y logró, por al menos tres decenios, la
modernización económica, social y cultural de México, pero no hay duda de que
postergó el desarrollo político de muchos mexicanos: los redujo al triste papel
de adolescentes fósiles, de becarios permanentes o de cómplices”.
El
PRI recuperó la Presidencia en 2012, luego de doce años de desastrosos
gobiernos panistas, pero ayer lunes 11 de agosto, cuando Enrique Peña Nieto
promulgó las leyes secundarias de la Reforma Energética, la madre de todas sus
reformas, recuperó por fin, con toda plenitud, el poder.
Los
jóvenes, los nuevos ciudadanos, las nuevas generaciones, sabrán ahora lo que es
el PRI en la plenitud del poder; lo que vivieron sus abuelos, sus padres.
Peña
Nieto ya logró las reformas que más le interesaban –la educativa, la fiscal y
la energética– y ya no hay ningún interés que lo limite ante la oposición
porque ya no necesita pedirle ningún apoyo ni ningún favor como lo hizo con el
Pacto por México para que lo ayudara a sacar adelante precisamente sus
reformas.
Creo que, en
tanto no veamos y vivamos cómo utilizará el poder casi absoluto que ya tiene
Peña Nieto, la pregunta es válida: ¿volverá la dictadura perfecta, la
Presidencia Imperial?
Destacado conferenciante
Para disertar
sobre “Liderazgo” se presenta este medio día en el auditorio Sebastián Lerdo de
Tejada del Palacio Legislativo todo un personaje: el General de División
Retirado doctor Octavio Ruiz Speare, director general médico del Hospital ABC.
Él es un
médico cirujano e investigador que ha impulsado en toda Latinoamérica programas
de atención a personas en situación de trauma, así como investigaciones
clínicas sobre trasplante de órganos. Desarrolla también programas de
Inteligencia Emocional y Liderazgo.
Es director
del Cuerpo Médico del American British Cowdray Medical Center y fue director de
los Servicios Médicos y Centro Hospitalario del Estado Mayor Presidencial,
siendo también pionero de trasplante de órganos en Latinoamérica.
Con toda
anticipación han estado invitando los diputados Anilú Ingram Vallines y Juan
Nicolás Callejas Arroyo y se les desea que todo sea un éxito.
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