Arturo
Reyes Isidoro
Creo
que pisé callos
Pisé callos. Más abajo les explico.
“Peinar”. Parece que este verbo se ha puesto
de moda entre personal de las contralorías internas de las diversas
dependencias del Gobierno del Estado, incluso entre los propios contralores.
A raíz del decálogo que anunció Javier Duarte
como parte de las medidas de ajuste del gasto público estatal ante los recortes
hechos y anunciados al presupuesto federal por la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público para este y el próximo año, pero también por las arcas vacías,
se inició en la segunda quincena del mes pasado una medida impensable todavía
hace tres meses: la de “peinar” todas las nóminas de las diversas secretarías
para detectar a todo aquel que cobre sin trabajar y darle de baja de inmediato,
aquí sí, sea quien sea y se trate de quien se trate.
Más adelante ofrezco argumentos que pudieron
haber obligado a la administración estatal a llegar hasta donde ha llegado con
esta medida verdaderamente draconiana, o está llegando.
Otra de las secretarías que fue “peinada” fue
la de Gobierno, donde también se detectó a una gran cantidad de “trabajadores
de vía aérea”, en especial en la Dirección General del Registro Civil ahí donde
despacha el famoso casamentero Rafael Valverde Elías, en la que había
“comisionados” cobrando sin hacer nada pero con nivel ¡de Director!, o sea, de
30 mil pesos para arriba.
Ayer tanto el secretario de Educación,
Flavino Ríos Alvarado, como el oficial mayor de la dependencia, Vicente Benítez
González, me confirmaron lo del despido de “comisionados”, ¡5 mil! mencioné en
“Prosa aprisa”. Flavino nada más me precisó que la medida no se inició el
martes pasado sino hace un mes y que se está aplicando en forma gradual. Tanto
él como Vicente me dijeron que lo están haciendo cumpliendo instrucciones
precisas del gobernador Duarte y que, es de imaginarse, les ha acarreado
reclamos, presiones, “incomprensiones” de quienes se resisten a dejar la ubre
de la que estuvieron mamando sin tener ningún mérito para ello.
Por ejemplo, me explicó el titular de la SEV,
en la pasada quincena, antes de pagarles a los directores de escuelas su prima
vacacional, les pidieron que reportaran de inmediato, con nombres y apellidos,
su plantilla laboral docente y administrativa (hubo algunas protestas de
quienes seguramente están encubriendo anomalías, porque dijeron que no les
habían avisado con tiempo), la que cruzaron con las nóminas en Finanzas y
detectaron todo un escuadrón aéreo contra el que enviaron de inmediato unos
aviones caza para derribarlos. Y los derribaron.
Pero, digo al principio, pisé callos. O creo
que pisé callos por el tema de Víctor Arredondo Álvarez y el faltante de 2,000
millones de pesos de la columna de ayer.
Todo respeto, atención, amabilidad, amistad,
el secretario Ríos Alvarado aprovechó para comentarme que Víctor, en efecto,
estuvo con él el martes pasado acompañado por su excolaborador y ahora notario
público Rafael Ortiz Castañeda, pero que sólo platicaron sobre el Programa
Vasconcelos y las experiencias educativas del exsecretario, con quien guarda
buena relación –“hacemos buena química”.
El oficial mayor, por separado, también
respetuosísimo, cordial, me comentó que el Contralor General, Ricardo García
Guzmán, en efecto también estuvo ese día en el edificio pero que sólo habló con
él y que sí vio a Arredondo pero en la cochera donde se encontraron cuando el
también exrector de la UV llegaba y el fiscalizador se retiraba.
O sea, sí fue cierto que estuvieron en el
edificio. Los escuché con mucha atención y les ofrecí consignar lo que me
decían, que es lo que hago ahora. Advertí que ninguno me tocó el asunto del
dinero, que al final es la verdadera presa.
Pero vaya que el Gobierno del Estado tiene la
soga al cuello en materia económica y la inestabilidad que provoca la caída de
los precios del crudo empieza ya a jalar la cuerda. Eso quizá explica el gran
tijeretazo nominal que se está dando.
En plena Semana Santa, el pasado miércoles 1
de abril, el diario Reforma informó que la calificadora Moody’s prevé mayor
contratación de deuda por parte de los estados, ya que recibirán menos recursos
vía participaciones federales debido a la menor producción de petróleo que
anunció Pemex.
La firma dijo que Veracruz –aparte de
Tamaulipas, Tabasco y Campeche– será el más afectado y tendrá necesidad de
financiamiento ante esa falta de recursos. ¿Pero de parte de quién –pregunto– o
de dónde si se debe a todo mundo, no hay para pagar y nadie quiere prestarle?
Por su parte, Javier Macedo, académico de la
Escuela Bancaria y Comercial (EBC) señaló que por muchos años
los estados tuvieron épocas de bonanza gracias a los ingresos
petroleros, por lo que no realizaron un trabajo de financiamiento interno que
les permitiera obtener ingresos mediante derechos, productos y
aprovechamientos.
"Ahí no hay un trabajo porque
generalmente estos cobros generan conflicto social; entonces, el expediente más
sencillo es el crédito bancario que no genera conflicto social".
Por ello señala que será inevitable que
los estados tengan que hacer reestructuras administrativas.
La nota informativa hace un recuento de la
deuda contratada por estados y municipios con la banca privada y a febrero
pasado el nivel de esa deuda aumentó en 4.2 por ciento real anual, la tasa de
crecimiento más alta desde diciembre de 2013, según el Informe de Agregados
Monetarios y Actividad Financiera del Banco de México.
Por su parte, José Luis de la Cruz, director
del Centro de Investigación en Economía y Negocios del Tecnológico de Monterrey
Campus Estado de México, señaló que a mediano y largo plazo, las entidades
enfrentarán mayores presiones en sus finanzas porque las tasas de interés de
los créditos van a subir.
Advirtió que el problema de recibir menores
ingresos continuará y que al contratar más crédito,
los estados presionarán sus finanzas públicas en los próximos años.
"Para evitar que
su deuda crezca, las entidades requieren una revisión integral de su
gasto corriente, operativo y de sueldos y salarios para adecuarse al entorno de
menores ingresos", mencionó.
Para Veracruz, por si eso no fuera ya
alarmante, también en plena Semana Santa le cayó encima otra noticia demoledora
que jaló más la cuerda: el martes 31 de marzo la Secretaría de Hacienda y
Crédito Público anunció un “ajuste preventivo” (un recorte) por 135 mil
millones de pesos para 2016. Ese recorte se suma al que se dio en enero pasado
por 124 mil millones de pesos.
Pero eso que recomiendan los expertos (hacer
reestructuras administrativas, una revisión del gasto corriente, operativo y de
sueldos y salarios) es precisamente lo que está haciendo ya el gobierno estatal
desde el mes pasado cuando el 17 de marzo el gobernador Duarte de Ochoa
presentó un Plan de Ajuste de diez puntos “para realizar una profunda
reingeniería en la gestión pública estatal a fin de fortalecer los ingresos
propios”, según dijo al dar posesión al sexto secretario de Finanzas y
Planeación Antonio Gómez Pelegrín.
Pero, qué cosas, la circunstancia que ya casi
ahoga económicamente al gobierno estatal, para los veracruzanos ha tenido un
efecto positivo que nunca se lo hubieran esperado si por decisión propia
hubieran tenido que tomar los gobernantes: de golpe y porrazo han acabado con
privilegios y anomalías que costaban al erario, esto es, a los cumplidos
contribuyentes. Y aunque ha sido obligado por las circunstancias, se tiene que
aplaudir y reconocer al gobernador Duarte, quien de paso dejará una carga
nominal menos obesa a su sucesor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario