Arturo Reyes
Isidoro
La mansión, sin un solo librero
Una vez más,
lector, este miércoles 12 llegamos a otro Día Nacional del Libro. Para quienes
hemos hecho de la lectura parte imprescindible de nuestra vida, o nos atrapó
hace mucho y nos ayuda a llevar lo que se llama vida, es una fecha especial,
importante.
Celebro vivir
en Xalapa, una ciudad de lectores, que siempre comparo con Barcelona, España,
por su número de librerías, y que bien se puede comparar también con
Hay-on.Wye, en Gales, donde nació el Hay Festival (una franquicia o sede se
otorgó a Xalapa hace cuatro años), una pequeña población de apenas 1,500
habitantes y 41 librerías, por lo que se le conoce en Europa como la Ciudad de
los Libros.
Raúl
Hernández Viveros, escritor, exdirector de la Editorial de la Universidad
Veracruzana, me comentó algún día que él dejó de comprar libros cuando ya no
cabían en su casa. A mí por poco y me pasa lo mismo, si no llega a ahorrarme
espacio el lector electrónico de libros.
Un día
desayunando con el matrimonio Méndez de la Luz-Dauzón Márquez, Armando y Dulce
María, les comentaba que de su hermosa casa lo que más me gustaba era la
biblioteca que poseen, como pocas que conozco, amplia, con suficiente luz,
repleta de valiosos títulos, con libreros de verdadero lujo, tal cual para dos
universitarios lectores de alto nivel.
Compartimos
títulos, autores, pasajes, y de ahí surgió la gran sorpresa que me tenía Dulce
de que ya tenían mi regalo de Navidad (era diciembre, entonces): un Kindle o
lector electrónico, por entonces difícil de conseguir en México. Me quedé
sorprendido cuando supe que en ese aparatito apenas un poco más grande que un
teléfono celular podía yo traer hasta ¡4 mil libros! Fiuuuu.
Lo
actualizaría después cuando en viaje por Estados Unidos encontré la versión
Fire, lector de libros pero con muchas funciones de las tabletas, una
minitableta a la vez. Mi sorpresa fue mayor cuando Amazon, la empresa que vende
los libros, los títulos de los clásicos los tiene en 0 (cero) dólares o a 90
centavos de dólar, un promedio de 12 pesos.
Es una
maravilla. Cuando viajo cargó con él y, por ejemplo, en las noches cuando lo
enciendo no molesto a nadie, trae su propia luz, o cuando me paro a pleno sol,
puedo seguir leyendo porque está hecho para nunca dejar de verse y leerse sin
molestia alguna. En fin, lector, el tema de los libros me apasiona y hablo de
él porque hoy es el Día Nacional del Libro.
Qué tristeza
que quienes tienen casi todo para hacerse de una biblioteca de respeto, porque
tienen además los medios económicos, el libro –las ideas, el conocimiento– no
les interesa en lo más mínimo. Vicente Fox, al menos ya expresidente, cuando
construyó su Centro Fox, su oficina la adornó con un gran mural que simula un
enorme librero lleno de libros. Es sólo un tapiz, pero al menos supo ya que
existen libros, luego de que hizo el ridículo internacional cuando a Jorge Luis
Borges lo llamó José Luis Borgues.
Ahora, el
fijado de Alejandro Páez Varela –a mí se me pasó el detalle– publicó el lunes
en el portal sinembargo.com (“La mansión sin libreros”): “Ni un librero. Aunque
conozco los antecedentes del propietario de la mansión, no deja de asombrarme
que no haya una sola foto que muestre un librero. Porque podría ser de esos que
se diseñan con lomos, a manera de papel tapiz. Pero no. En todo el palacete,
que se distingue por su blancura y el diseño minimalista, no hay espacio para
un solo libro”.
Se refería,
claro está, a la mansión del matrimonio Peña Nieto-Rivera, motivo de escándalo
internacional, puesta al descubierto por una investigación de Aristegui
Noticias, de la que di cuenta en este espacio el lunes pasado.
Escribió
Alejandro: “Me resulta extraño porque los que escribimos libros (Enrique Peña
Nieto es autor de México / La gran esperanza) leemos libros, acumulamos libros,
buscamos rincones para acomodar los que debemos leer y los que ya terminamos,
los que nos regalan o los que compramos. Hay un culto a ellos en las casas de
los que escribimos. Pero en esa mansión no!”
El artículo
completo vale la pena, se los recomiendo. Pero vuelvo a los libros. Una casota
sin un solo libro. Nosotros nos ahogamos de libros en los cuchitriles en los
que vivimos, limpios, claro está. Los que tienen espacio, mucho espacio y mucho
dinero, se ahogan en lo vacío de sus mentes. Qué le hacemos. Así es la vida.
Acto de Pabello reúne a Pepe y a Héctor
Como un buen
preámbulo a estos agitados días de la vida pública de Veracruz –la inauguración
de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe el viernes por la noche, la
entrega del Cuarto Informe de Gobierno
el sábado a temprana hora y las manifestaciones públicas todos los días–,
mañana jueves el exalcalde de Xalapa, exdiputado local, exdirigente estatal de
la CNOP, exdirector de Turismo del Gobierno del Estado y ahora directivo
periodístico, Rubén Pabello Rojas, presentará su libro Tiempos de mis memorias, título que suena sugestivo porque el autor
cuidado que tiene qué contar.
Pero si el
hecho en sí ya es un buen atractivo, la cosa todavía se pone más interesante
por la relevancia política de los presentadores: José Francisco Yunes Zorrilla
y Héctor Yunes Landa (en ese orden los pusieron en la invitación), senadores,
ex dirigentes del PRI estatal, exdiputados federales y locales y los más
fuertes aspirantes a la gubernatura del estado para 2016.
Si la faceta
política de Pabello Rojas es de suyo interesante, no puede dejarse de señalar
que ha sido un testigo privilegiado de la vida pública de Xalapa, pues además
de que fue alcalde de la capital de Veracruz (como reportero me tocó ir a
entrevistar, a inicios de los años 70, a Ignacio González Rebolledo a la
Regencia del Distrito Federal, donde era secretario particular del regente
Octavio Sentíes Gómez, para que me dijera que por esa ocasión declinaba a ser
candidato a alcalde, con lo que le dejaba el camino abierto a Pabello); pues
además de que fue alcalde de la capital, decía, vivió muchos hechos históricos
al lado de su padre, el propietario y director del Diario de Xalapa, Rubén Pabello Acosta, Cronista de la Ciudad,
además.
Rubén chico,
como lo conocen sus amigos, sin duda tiene mucha seguridad en sí mismo: mire
que llevar al escenario junto con él a dos celebridades del momento, que bien
podrían robarle los reflectores aunque no quisieran, pero también con esa
invitación muestra su colmillo pues ello le asegura lleno total en el auditorio
Sebastián Lerdo de Tejada del Congreso local (a las seis de la tarde). Lo bueno
es que seguramente aquello no será un duelo entre aspirantes, aunque Héctor
siempre jala con él una porra que hace ruido cuando lo nombran. Pero de que
habrá minibufalada, la habrá, júrelo… y morbo, también.
Por el lado
literario, estará presente también el prologuista de lujo, Eraclio “Laco”
Zepeda, escritor chiapaneco, hermano por cierto de Manolo, xalapeño por
adopción integrado a la Universidad Veracruzana. Será, pues, una buena ocasión
como para ir calentando el brazo parar el caliente fin de semana que se espera.
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