sábado, 15 de noviembre de 2014

Prosa aprisa



Arturo Reyes Isidoro
La mansión, sin un solo librero
Una vez más, lector, este miércoles 12 llegamos a otro Día Nacional del Libro. Para quienes hemos hecho de la lectura parte imprescindible de nuestra vida, o nos atrapó hace mucho y nos ayuda a llevar lo que se llama vida, es una fecha especial, importante.
Celebro vivir en Xalapa, una ciudad de lectores, que siempre comparo con Barcelona, España, por su número de librerías, y que bien se puede comparar también con Hay-on.Wye, en Gales, donde nació el Hay Festival (una franquicia o sede se otorgó a Xalapa hace cuatro años), una pequeña población de apenas 1,500 habitantes y 41 librerías, por lo que se le conoce en Europa como la Ciudad de los Libros.
Raúl Hernández Viveros, escritor, exdirector de la Editorial de la Universidad Veracruzana, me comentó algún día que él dejó de comprar libros cuando ya no cabían en su casa. A mí por poco y me pasa lo mismo, si no llega a ahorrarme espacio el lector electrónico de libros.
Un día desayunando con el matrimonio Méndez de la Luz-Dauzón Márquez, Armando y Dulce María, les comentaba que de su hermosa casa lo que más me gustaba era la biblioteca que poseen, como pocas que conozco, amplia, con suficiente luz, repleta de valiosos títulos, con libreros de verdadero lujo, tal cual para dos universitarios lectores de alto nivel.
Compartimos títulos, autores, pasajes, y de ahí surgió la gran sorpresa que me tenía Dulce de que ya tenían mi regalo de Navidad (era diciembre, entonces): un Kindle o lector electrónico, por entonces difícil de conseguir en México. Me quedé sorprendido cuando supe que en ese aparatito apenas un poco más grande que un teléfono celular podía yo traer hasta ¡4 mil libros! Fiuuuu.
Lo actualizaría después cuando en viaje por Estados Unidos encontré la versión Fire, lector de libros pero con muchas funciones de las tabletas, una minitableta a la vez. Mi sorpresa fue mayor cuando Amazon, la empresa que vende los libros, los títulos de los clásicos los tiene en 0 (cero) dólares o a 90 centavos de dólar, un promedio de 12 pesos.
Es una maravilla. Cuando viajo cargó con él y, por ejemplo, en las noches cuando lo enciendo no molesto a nadie, trae su propia luz, o cuando me paro a pleno sol, puedo seguir leyendo porque está hecho para nunca dejar de verse y leerse sin molestia alguna. En fin, lector, el tema de los libros me apasiona y hablo de él porque hoy es el Día Nacional del Libro.
Qué tristeza que quienes tienen casi todo para hacerse de una biblioteca de respeto, porque tienen además los medios económicos, el libro –las ideas, el conocimiento– no les interesa en lo más mínimo. Vicente Fox, al menos ya expresidente, cuando construyó su Centro Fox, su oficina la adornó con un gran mural que simula un enorme librero lleno de libros. Es sólo un tapiz, pero al menos supo ya que existen libros, luego de que hizo el ridículo internacional cuando a Jorge Luis Borges lo llamó José Luis Borgues.
Ahora, el fijado de Alejandro Páez Varela –a mí se me pasó el detalle– publicó el lunes en el portal sinembargo.com (“La mansión sin libreros”): “Ni un librero. Aunque conozco los antecedentes del propietario de la mansión, no deja de asombrarme que no haya una sola foto que muestre un librero. Porque podría ser de esos que se diseñan con lomos, a manera de papel tapiz. Pero no. En todo el palacete, que se distingue por su blancura y el diseño minimalista, no hay espacio para un solo libro”.
Se refería, claro está, a la mansión del matrimonio Peña Nieto-Rivera, motivo de escándalo internacional, puesta al descubierto por una investigación de Aristegui Noticias, de la que di cuenta en este espacio el lunes pasado.
Escribió Alejandro: “Me resulta extraño porque los que escribimos libros (Enrique Peña Nieto es autor de México / La gran esperanza) leemos libros, acumulamos libros, buscamos rincones para acomodar los que debemos leer y los que ya terminamos, los que nos regalan o los que compramos. Hay un culto a ellos en las casas de los que escribimos. Pero en esa mansión no!”
El artículo completo vale la pena, se los recomiendo. Pero vuelvo a los libros. Una casota sin un solo libro. Nosotros nos ahogamos de libros en los cuchitriles en los que vivimos, limpios, claro está. Los que tienen espacio, mucho espacio y mucho dinero, se ahogan en lo vacío de sus mentes. Qué le hacemos. Así es la vida.
Acto de Pabello reúne a Pepe y a Héctor
Como un buen preámbulo a estos agitados días de la vida pública de Veracruz –la inauguración de los XXII Juegos Centroamericanos y del Caribe el viernes por la noche, la entrega del Cuarto  Informe de Gobierno el sábado a temprana hora y las manifestaciones públicas todos los días–, mañana jueves el exalcalde de Xalapa, exdiputado local, exdirigente estatal de la CNOP, exdirector de Turismo del Gobierno del Estado y ahora directivo periodístico, Rubén Pabello Rojas, presentará su libro Tiempos de mis memorias, título que suena sugestivo porque el autor cuidado que tiene qué contar.
Pero si el hecho en sí ya es un buen atractivo, la cosa todavía se pone más interesante por la relevancia política de los presentadores: José Francisco Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa (en ese orden los pusieron en la invitación), senadores, ex dirigentes del PRI estatal, exdiputados federales y locales y los más fuertes aspirantes a la gubernatura del estado para 2016.
Si la faceta política de Pabello Rojas es de suyo interesante, no puede dejarse de señalar que ha sido un testigo privilegiado de la vida pública de Xalapa, pues además de que fue alcalde de la capital de Veracruz (como reportero me tocó ir a entrevistar, a inicios de los años 70, a Ignacio González Rebolledo a la Regencia del Distrito Federal, donde era secretario particular del regente Octavio Sentíes Gómez, para que me dijera que por esa ocasión declinaba a ser candidato a alcalde, con lo que le dejaba el camino abierto a Pabello); pues además de que fue alcalde de la capital, decía, vivió muchos hechos históricos al lado de su padre, el propietario y director del Diario de Xalapa, Rubén Pabello Acosta, Cronista de la Ciudad, además.
Rubén chico, como lo conocen sus amigos, sin duda tiene mucha seguridad en sí mismo: mire que llevar al escenario junto con él a dos celebridades del momento, que bien podrían robarle los reflectores aunque no quisieran, pero también con esa invitación muestra su colmillo pues ello le asegura lleno total en el auditorio Sebastián Lerdo de Tejada del Congreso local (a las seis de la tarde). Lo bueno es que seguramente aquello no será un duelo entre aspirantes, aunque Héctor siempre jala con él una porra que hace ruido cuando lo nombran. Pero de que habrá minibufalada, la habrá, júrelo… y morbo, también.
Por el lado literario, estará presente también el prologuista de lujo, Eraclio “Laco” Zepeda, escritor chiapaneco, hermano por cierto de Manolo, xalapeño por adopción integrado a la Universidad Veracruzana. Será, pues, una buena ocasión como para ir calentando el brazo parar el caliente fin de semana que se espera.



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