martes, 20 de mayo de 2014

Prosa aprisa



Arturo Reyes Isidoro
Literatura gay
No tiene nada que ver con la polémica desatada por los foros de análisis y propuestas sobre la iniciativa de Ley de Sociedad de Convivencia que tienen lugar en el Congreso del Estado, pero en el marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2014 que se inició el viernes y concluye el domingo, este martes se presenta una antología del cuento mexicano de tema gay, Amor que se atreve a decir su nombre, un libro, para mi gusto, harto entretenido, interesante y único por su temática.
La obra, editada por la Universidad Veracruzana a través de su Editorial, de hecho es una versión corregida y aumentada De amores marginales, la primera antología sobre el tema que se publicó  en México en 1996, en una selección de 16 relatos de tema homosexual sin precedente realizada por Mario Muñoz, pionero en el país de los estudios críticos de este género literario, libro que se agotó hace muchos años y que no se volvió a reeditar.
Hablo del libro con conocimiento de causa: tuve el privilegio de trabajar en su edición al lado de Mario Muñoz, contando con el apoyo de mi compañera editora Paty Maldonado Rosales. Tan solo los prólogos, tanto de Mario como de León Guillermo Gutiérrez, quien ahora se sumó a la compilación, son verdaderos tratados sobre la evolución en la literatura y en el cine mexicano del tema gay, textos en los que además hacen un recuento y analizan las resistencias que se han tenido que vencer y superar en la sociedad mexicana machista, así como la censura del gobierno, para llegar al grado de apertura que por fortuna hoy vivimos en México.
El libro ha sido editado bajo el rectorado de Sara Ladrón de Guevara y la dirección en la Editorial de la casa de estudios de Édgar García Valencia. La presentación tendrá lugar a partir de las doce del día y hasta las dos de la tarde en la sala de videoconferencias de la USBI y participarán Benigno Arcadio Domínguez Barradas, así como los compiladores Mario Muñoz y León Guillermo Gutiérrez, presentación que será moderada por el escritor veracruzano Luis Arturo Ramos.
Es harto sabido que hasta hace pocos años, los homosexuales y las lesbianas ocupaban el último peldaño en la estima social por llevar a cuestas el estigma de “aberraciones de la naturaleza”, afirma Mario Muñoz en uno de los prólogos.
Recuerda que el clero, el Estado, la escuela y la familia, en tanto baluartes del patriotismo y el decoro, fueron las instituciones que moldearon con mano firme el pensamiento conservador de varias generaciones de mexicanos. A ello atribuye que en la actualidad haya brotes de resistencia a la educación sexual en las escuelas de enseñanza básica, y que amplios sectores de la sociedad rechacen la sola posibilidad de legalizar el aborto en el país y muestren una actitud beligerante hacia el matrimonio de personas del mismo sexo.
Agrega sobre el estigma –que en muchos casos, todavía persiste–: Prueba contundente de la exclusión es la prodigalidad del lenguaje coloquial en palabras y expresiones ofensivas designadas a personas de orientación sexual diferente a la establecida. El homosexual es calificado de “afeminado”, “rarito”, “lilo”, “asaltabraguetas”, “joto”, “choto”, “desviado”, “invertido”, “volteado”, “loca”, “maricón”, “marica”, “mariquita”, “mayate”, “mariposón”, “puñal”, “numerito”, “puto”, “cachagranizo”, “del otro lado”, “tú la trais”...
A continuación señala: En el caso de las lesbianas, el vocabulario que las sobaja es más restringido pero no por eso menos hiriente: “marimacho”, “machorra”, “manflora”, “tortillera”, “trailera”, “generala”, “livais”, “lesbichi”, “lencha”, “frotapelucas”, epítetos que las descalifican del sector femenino.
Sostiene que si uno de los signos evidentes de la represión es la violencia, sea verbal, psicológica o física, las continuas agresiones a hombres y mujeres de sexualidad distinta llenan un expediente bastante abultado de vejaciones.
“Desde los ultrajes del lenguaje corriente, pasando por los constantes anatemas de la Iglesia, hasta la complicidad de las autoridades en las extorsiones, razzias y golpizas, se ha trazado un círculo de infamia que aún prevalece en el ambiente sórdido de los homosexuales pobres, mientras que los de clase media y alta han mejorado su estatus en comparación con la situación de marginalidad que incluso ellos padecían hace treinta o cuarenta años”.
En su extenso trabajo, con prodigalidad de nombres, fechas, épocas, circunstancias, refiere cómo poco a poco la homoxesualidad ha venido ganando terreno y perdiendo su aura demoniaca, y cómo inclusive los términos “homosexual” y “lesbiana” son de uso común como lo son también las palabras antes soeces que hoy sirven de gancho comercial como título de algunos libros conocidos.
Mario recuerda que una activa defensora de las minorías de la diferencia sexual fue Nancy Cárdenas, conocida con el epíteto de “La lesbiana de México”, escritora, traductora y directora de teatro, quien en junio de 1971 comenzó a organizar reuniones en su departamento de la Ciudad de México en favor de la emancipación gay.
 “Las iniciativas de Nancy Cárdenas, auténtica pionera de la causa gay, son los antecedentes de las luchas que libran hasta hoy los grupos denominados del ‘tercer sexo’ por legitimar el derecho a la libre elección de pareja. La aprobación de la Ley de Sociedades de Convivencia de personas de igual sexo en 2006 y la legalización del matrimonio gay en 2010, ambos hechos ocurridos en el D.F., son las conquistas a las que apuntaban aquellos memorables combates librados en los años setenta en contra del rabioso puritanismo”.
Argumenta con abundancia de datos la permanencia e incluso la vitalidad que ha cobrado la literatura gay en México, y agrega al respecto: Por extensión, en los exhibidores de las tiendas Mixup hay un sector de películas gay a disposición del público ávido de novedades. Amén de las páginas de Internet y los anuncios de oferta sexual en la sección de oportunidades de muchos diarios.
“Así, mientras las prohibiciones son sustituidas por las prioridades del mercado, el sexo disminuye su alto poder de transgresión que antaño ostentaba, convirtiéndose en mercancía sujeta a las leyes de la oferta y la demanda”.
Hoy, diecisiete años después, Mario Muñoz y León Guillermo Gutiérrez actualizan y enriquecen aquella antología, De amores marginales, en Amor que se atreve a decir su nombre. Antología del cuento mexicano de tema gay, que incluye 25 relatos de autores que, como afirman, dan cuenta de que el mundo gay no es mejor ni peor que el compartido por los heterosexuales.
Durante el proceso de edición, disfruté la lectura y las relecturas a que obliga el trabajo editorial, y recordé a Dolores “Lolita” Plaza, compañera mía en los años 70 en el Diario de Xalapa, hoy desaparecida pues se volvió un misterio su paradero, así como a Juan Vicente Melo, algún tiempo compañero mío de cubículo en la Editorial, que en paz descanse, de los autores antologados. No dudo que esta edición también se va a agotar pronto. Espero que sea para bien de la Universidad Veracruzana, mi casa, así como para la causa gay y para la madurez de nuestra sociedad en donde no debe caber ningún tipo de discriminación.
El libro estará a la venta en la presentación y también en la sede de la FILU, la Casa del Lago, antes de Artesanías.

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