Arturo Reyes Isidoro
Literatura
gay
No tiene nada que ver con la polémica
desatada por los foros de análisis y propuestas sobre la iniciativa de Ley de
Sociedad de Convivencia que tienen lugar en el Congreso del Estado, pero en el
marco de la Feria Internacional del Libro Universitario (FILU) 2014 que se
inició el viernes y concluye el domingo, este martes se presenta una antología
del cuento mexicano de tema gay, Amor que
se atreve a decir su nombre, un libro, para mi gusto, harto entretenido,
interesante y único por su temática.
La obra, editada por la Universidad
Veracruzana a través de su Editorial, de hecho es una versión corregida y
aumentada De amores marginales, la
primera antología sobre el tema que se publicó
en México en 1996, en una selección de 16 relatos de tema homosexual sin
precedente realizada por Mario Muñoz, pionero en el país de los estudios
críticos de este género literario, libro que se agotó hace muchos años y que no
se volvió a reeditar.
Hablo del libro con conocimiento de causa:
tuve el privilegio de trabajar en su edición al lado de Mario Muñoz, contando
con el apoyo de mi compañera editora Paty Maldonado Rosales. Tan solo los
prólogos, tanto de Mario como de León Guillermo Gutiérrez, quien ahora se sumó
a la compilación, son verdaderos tratados sobre la evolución en la literatura y
en el cine mexicano del tema gay, textos en los que además hacen un recuento y
analizan las resistencias que se han tenido que vencer y superar en la sociedad
mexicana machista, así como la censura del gobierno, para llegar al grado de
apertura que por fortuna hoy vivimos en México.
El libro ha sido editado bajo el rectorado de
Sara Ladrón de Guevara y la dirección en la Editorial de la casa de estudios de
Édgar García Valencia. La presentación tendrá lugar a partir de las doce del
día y hasta las dos de la tarde en la sala de videoconferencias de la USBI y
participarán Benigno Arcadio Domínguez Barradas, así como los compiladores
Mario Muñoz y León Guillermo Gutiérrez, presentación que será moderada por el
escritor veracruzano Luis Arturo Ramos.
Es harto sabido que hasta hace pocos años,
los homosexuales y las lesbianas ocupaban el último peldaño en la estima social
por llevar a cuestas el estigma de “aberraciones de la naturaleza”, afirma
Mario Muñoz en uno de los prólogos.
Recuerda que el clero, el Estado, la escuela
y la familia, en tanto baluartes del patriotismo y el decoro, fueron las
instituciones que moldearon con mano firme el pensamiento conservador de varias
generaciones de mexicanos. A ello atribuye que en la actualidad haya brotes de
resistencia a la educación sexual en las escuelas de enseñanza básica, y que
amplios sectores de la sociedad rechacen la sola posibilidad de legalizar el
aborto en el país y muestren una actitud beligerante hacia el matrimonio de
personas del mismo sexo.
Agrega sobre el estigma –que en muchos casos,
todavía persiste–: Prueba contundente de la exclusión es la prodigalidad del
lenguaje coloquial en palabras y expresiones ofensivas designadas a personas de
orientación sexual diferente a la establecida. El homosexual es calificado de
“afeminado”, “rarito”, “lilo”, “asaltabraguetas”, “joto”, “choto”, “desviado”,
“invertido”, “volteado”, “loca”, “maricón”, “marica”, “mariquita”, “mayate”,
“mariposón”, “puñal”, “numerito”, “puto”, “cachagranizo”, “del otro lado”, “tú
la trais”...
A continuación señala: En el caso de las
lesbianas, el vocabulario que las sobaja es más restringido pero no por eso
menos hiriente: “marimacho”, “machorra”, “manflora”, “tortillera”, “trailera”,
“generala”, “livais”, “lesbichi”, “lencha”, “frotapelucas”, epítetos que las
descalifican del sector femenino.
Sostiene que si uno de los signos evidentes
de la represión es la violencia, sea verbal, psicológica o física, las
continuas agresiones a hombres y mujeres de sexualidad distinta llenan un
expediente bastante abultado de vejaciones.
“Desde los ultrajes del lenguaje corriente,
pasando por los constantes anatemas de la Iglesia, hasta la complicidad de las
autoridades en las extorsiones, razzias y
golpizas, se ha trazado un círculo de infamia que aún prevalece en el ambiente
sórdido de los homosexuales pobres, mientras que los de clase media y alta han
mejorado su estatus en comparación con la situación de marginalidad que incluso
ellos padecían hace treinta o cuarenta años”.
En su extenso trabajo, con prodigalidad de
nombres, fechas, épocas, circunstancias, refiere cómo poco a poco la
homoxesualidad ha venido ganando terreno y perdiendo su aura demoniaca, y cómo
inclusive los términos “homosexual” y “lesbiana” son de uso común como lo son
también las palabras antes soeces que hoy sirven de gancho comercial como
título de algunos libros conocidos.
Mario recuerda que una activa defensora de
las minorías de la diferencia sexual fue Nancy Cárdenas, conocida con el
epíteto de “La lesbiana de México”, escritora, traductora y directora de
teatro, quien en junio de 1971 comenzó a organizar reuniones en su departamento
de la Ciudad de México en favor de la emancipación gay.
“Las
iniciativas de Nancy Cárdenas, auténtica pionera de la causa gay, son los
antecedentes de las luchas que libran hasta hoy los grupos denominados del
‘tercer sexo’ por legitimar el derecho a la libre elección de pareja. La
aprobación de la Ley de Sociedades de Convivencia de personas de igual sexo en
2006 y la legalización del matrimonio gay en 2010, ambos hechos ocurridos en el
D.F., son las conquistas a las que apuntaban aquellos memorables combates
librados en los años setenta en contra del rabioso puritanismo”.
Argumenta con abundancia de datos la
permanencia e incluso la vitalidad que ha cobrado la literatura gay en México,
y agrega al respecto: Por extensión, en los exhibidores de las tiendas Mixup
hay un sector de películas gay a disposición del público ávido de novedades.
Amén de las páginas de Internet y los anuncios de oferta sexual en la sección
de oportunidades de muchos diarios.
“Así, mientras las prohibiciones son
sustituidas por las prioridades del mercado, el sexo disminuye su alto poder de
transgresión que antaño ostentaba, convirtiéndose en mercancía sujeta a las
leyes de la oferta y la demanda”.
Hoy, diecisiete años después, Mario Muñoz y
León Guillermo Gutiérrez actualizan y enriquecen aquella antología, De amores marginales, en Amor que se atreve a decir su nombre.
Antología del cuento mexicano de tema gay, que incluye 25 relatos de
autores que, como afirman, dan cuenta de que el mundo gay no es mejor ni peor
que el compartido por los heterosexuales.
Durante el proceso de edición, disfruté la
lectura y las relecturas a que obliga el trabajo editorial, y recordé a Dolores
“Lolita” Plaza, compañera mía en los años 70 en el Diario de Xalapa, hoy desaparecida pues se volvió un misterio su
paradero, así como a Juan Vicente Melo, algún tiempo compañero mío de cubículo
en la Editorial, que en paz descanse, de los autores antologados. No dudo que
esta edición también se va a agotar pronto. Espero que sea para bien de la
Universidad Veracruzana, mi casa, así como para la causa gay y para la madurez
de nuestra sociedad en donde no debe caber ningún tipo de discriminación.
El libro estará a la venta en la presentación
y también en la sede de la FILU, la Casa del Lago, antes de Artesanías.
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