viernes, 14 de febrero de 2014

Prosa aprisa



Arturo Reyes Isidoro
El renuevo, le hace falta, le urge
Lamentablemente, la muerte de Gregorio “Goyo” Jiménez de la Cruz es irreparable. Su plagio y asesinato es condenable a todas luces. Esta vez, a diferencia de otros hechos de periodistas victimados en el estado, las autoridades han resuelto el caso con la detención de la presunta autora intelectual y de los presuntos autores materiales.
A reserva de conocerse los detalles de la causa, presuntamente su muerte habría obedecido a un móvil “personal” y ayer la declaración oficial cuidó de no vincularla a su ejercicio profesional, aunque creo que directa o indirectamente cualquiera suerte de un periodista está ligado a su quehacer, porque al señalar, al denunciar, al informar afecta intereses y muchas veces quedan resentimientos que se resuelven con actos de venganza. Por ahora sería irresponsable aventurar un juicio concluyente porque no se conocen detalles.
A las autoridades policíacas estatales, federales, del Ejército y de la Marina habrá que reconocerles que aunque sin vida en pocos días hallaron al compañero, pues hay casos de varios desaparecidos desde hace varios años sin resolverse. A la Procuraduría corresponderá integrar ahora debidamente el expediente del caso con pruebas sólidas para evitar la posterior libertad de los ahora presuntos culpables, y al juez, al Poder Judicial, sentenciar con el mayor rigor a los indiciados si se les comprueba plenamente su responsabilidad.
En el sistema judicial norteamericano, el asesinato de un policía se paga normalmente con cadena perpetua o con la pena de muerte. Cualquiera lo piensa para tocar a un policía con o sin uniforme. En México y en Veracruz hasta los más rascuaches policías agreden a los periodistas y no se les castiga y se les deja en la impunidad. Luego entonces, cualquiera puede agredir o atentar contra un comunicador porque, total, no pasa nada. Veremos cómo actúan la Procuraduría y el Tribunal Superior de Justicia.
Aparentemente, por ahora, no hay causa directa atribuible al Gobierno del estado o a cualquiera otra autoridad, pero es indudable que la responsabilidad les alcanza en algún grado pues son las garantes de brindar a todo ciudadano seguridad y tranquilidad, o al menos de crear el clima propicio para gozar de protección en sus vidas y en sus bienes.
La desagradable noticia le dio ayer, nuevamente, la vuelta al mundo. Lamentablemente Veracruz es referente de violencia y victimización de la prensa. La imagen negativa impacta al Gobierno del estado se quiera o no. Aunque ahora hubo resultados, el gobernador Javier Duarte de Ochoa debiera aprovechar de todos modos la circunstancia para refrescar su administración, le hace falta, le urge.
Todo gobierno, y más en circunstancias como las que le han tocado al del cordobés, se desgasta y por eso el relevo de colaboradores se hace necesario y hasta natural. Lo sucedido en Coatzacoalcos mostró que algunos colaboradores suyos ya no imponen respeto ni son creíbles. Como personas pueden ser los mejores (son mis conocidos, mis amigos, mis ex compañeros), pero como institución ya dieron todo lo que tenían que dar.
De por medio está la imagen, la credibilidad, la confianza en el Gobierno, en las instituciones… y el juicio sobre el titular del Ejecutivo. No creo que no haya un solo veracruzano que no quiera que vivamos en plena armonía. Un paso en firme hacia su logro se daría con una decisión política: la del renuevo.
¿Qué les pasa a Eduardo y a Tonatiuh?
A Eduardo Sánchez Macías –y a sus hermanos– lo conozco desde hace varios años. A base de trabajo y esfuerzos levantaron, admirablemente, lo que hoy es una consolidada empresa editorial y de ahí él brincó  al terreno de la política, en el que hoy es diputado local.
Pero al menos en mi caso, que lo vi surgir desde abajo, no deja de ser lamentable y decepcionante que ahora que el caso del compañero Gregorio Jiménez de la Cruz lo puso a prueba, se despojó de su condición de editor periodístico, no se solidarizó (ni sus hermanos) con el gremio y trató –y dejó la impresión– de justificar la posición oficial en forma tal que ha quedado en el descrédito.
Ayer, en su calidad de presidente de la Comisión Legislativa de Atención y Protección a Periodistas, acudió a la sala de prensa del Congreso para anunciar que Goyo había sido rescatado con vida en una casa de seguridad. Quería quitarle el golpe al Gobierno del estado, pues ya antes, en otra declaración, había tratado de minimizar el impacto negativo a la imagen del estado y gubernamental por el plagio del periodista relegando a segundo término la suerte del comunicador.
Los hechos ayer lo desmintieron y lo hicieron quedar mal. Ante el conflicto de intereses, en todo caso mejor hubiera guardado silencio. Como editor periodístico lo menos que se esperaba de él era solidaridad si no con el gremio al menos con la familia en desgracia. Se le olvidó que estamos en la casa del jabonero y Dios quiera que nunca ni él ni sus hermanos pasen por una situación igual.
Pero lo preocupante es que él ocupa la presidencia de una comisión legislativa que ha resultado igual de inútil que la pomposa Comisión Estatal para la Atención y Protección de los Periodistas. No sirven para nada y están en el descrédito total. ¿A quién protegen? Por su mismo carácter de titular de la comisión que se supone se creó para atender y proteger a los que alguna vez fueron sus compañeros de oficio, Eduardo debió haberse pronunciado y fuerte con la representación y el fuero que tiene exigiendo la búsqueda de Gregorio, pidiendo que se aclararan los hechos, demandando que se garantice la protección de todos los periodistas, condenando el plagio y luego el crimen y, lo menos, expresando todo su respaldo a la familia que hoy vive el dolor. Ni siquiera fue a Coatzacoalcos a hacer como que hacía.
Pero si Eduardo me decepciona, igual me entristece conocer la calidad humana de otro, se supone, periodista que, igual, ostenta además de una representación popular, legislativa, la de vocero del grupo priista en el Congreso, Tontiuh Pola Estrada, muchos años reportero y conductor de noticiero de Telever (Televisa). Ni a nombre de su bancada, ni como ¿representante popular?, ni como ex periodista, tampoco se pronunció en defensa de la seguridad e integridad del gremio.
A ellos se les olvida que su actual cargo tiene caducidad: ya sólo les falta menos de tres años para que se queden sin fuero y sin representación. Si algún amigo o compañero suyos se alegraron y vieron con esperanza su llegada al Congreso pensando que buscarían mejorar las condiciones del gremio, incluidas las de seguridad, por sus hechos, ya los han conocido ahora.
Delegados dieron oxígeno ayer a Duarte
Cuando más necesitado está de oxígeno, los delegados federales en el estado encabezados por el del ISSSTE, Gonzalo Morgado Huesca, le dieron ayer al gobernador Javier Duarte de Ochoa un tanque. Lo invitaron a un desayuno de trabajo, destacaron el apoyo en inversiones que le da el Gobierno federal a través de los programas de las delegaciones y al menos se mostraron agradecidos: le entregaron un testimonio de agradecimiento firmado por todos, y Morgado no dejó de reconocerle que muchos de ellos están en la nómina oficial porque él los propuso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario