Arturo Reyes Isidoro
Es posible la
democracia partidaria
Cuando se quiere, la democracia, el triunfo
de quien tenga la mitad más uno, esto es la mayoría, es posible.
La estancia ayer lunes de la presidenta del
Comité Directivo Estatal del PRI, Elízabeth (me dicen que se escribe con acento
en la í) Morales García en Tepetzintla, al norte del estado, muy cerca de Poza
Rica, me hizo recordar un sucedido allá por el año 1983.
Como ahora lo hace ella, recorríamos el
estado con el entonces dirigente estatal del tricolor, Ángel Leodegario
Gutiérrez Castellanos, “Yayo” (fundador, propietario y director del periódico Política muchos años después), renovando
las dirigencias municipales, y todo marchaba más o menos con normalidad, hasta
que llegamos a Tepetzintla, poco después del medio día. Pensábamos que haríamos
el cambio sin contratiempos y que nos iríamos a comer a Poza Rica.
Pueblo chico infierno grande, cuando llegamos
al galerón que funcionaba como salón de actos del pueblo, sólo nos esperaban
unos cuantos, no obstante que se había convocado con toda anticipación a la
militancia. “Yayo” les pidió que fueran casa por casa a buscar a todos para
celebrar la renovación de la dirigencia.
Como sucede en los pueblos de Veracruz,
estaban profundamente divididos, casi exactamente por la mitad, y fueron
llegando uno a uno, pero en especial las mujeres, las más gritonas, agresivas y
aguerridas, llegaron portando cubetas de metal laminado en mano: las usaban
como armas para darse duro.
Cuando prácticamente ya estaban todos
reunidos empezaron los gritos e intentos de agresión, unos contra otros. Cada
quien alegaba tener la mayoría y reclamaba la dirigencia. No se ponían de
acuerdo. Cuidado que batalló “Yayo” para que se declarara un armisticio y se
pudieran sentar las reglas para una elección verdaderamente democrática, y para
que aceptaran respetar el triunfo del que verdaderamente tuviera la mayoría.
Jorge Uscanga Escobar, entonces secretario
general del Comité Directivo Estatal; Luis Alberto Pozos Guzmán, ahora ex
alcalde panista de Xico y entonces en una cartera de gestoría; Luis Alberto de
la Paz Zúñiga, de Finanzas, entre otros, junto con “Yayo” hicieron varias veces
el intento de contar los votos que representaban las manos alzadas cuando se
pedía a un grupo que las subiera, pero no podían estarse quietos porque las
mujeres intentaban darse de cubetazos y se perdía el cómputo.
Los ánimos estaban caldeados y nadie cedía,
hasta que se optó por una solución práctica, la mejor y más sencilla: se envió
por una reata, que resultó larga, y se pidió a los de un grupo que se colocaran
a la derecha y a los de otro a la izquierda. Se puso la reata en medio de tal
forma que nadie podía invadir el espacio contrario y se empezó a contar uno por
uno de cada grupo bajo estricta vigilancia de que a nadie se le contara dos
veces. El grupo que ganó lo hizo por una diferencia de no más de diez votos. Lo
sorprendente fue que los relativamente minoritarios lo aceptaron.
Salimos de Tepetzintla como a las ocho de la
noche desbielándonos ya por el hambre y para esto se tuvieron que suspender
otros actos que estaban programados para la tarde, pero nadie pudo alegar que
no hubiera habido democracia. Ganamos todos. Nos fuimos satisfechos.
Pero eso fue posible porque “Yayo” no tenía
ni llevaba interés de favorecer e imponer a nadie, y porque el entonces
gobernador Agustín Acosta Lagunes le dio toda la libertad para que hiciera la
restructuración sin meter las manos y sin permitir que ningún secretario lo
hiciera, y por lo tanto le dio el respaldo para que se respetara la voluntad
mayoritaria. En mi caso, que era joven entonces (iba como jefe de prensa del
Comité Directivo Estatal), me quedó muy claro que la democracia es posible si
hay voluntad política de la cúpula gobernante.
Elízabeth ha empezado ayer por nombrar e
instalar a los delegados distritales que se supone habrán de preparar los
trabajos para la renovación de las dirigencias municipales. Tendrá que vigilar
que no cedan al billete de los alcaldes y grupos de interés y traten de
favorecer a alguien en particular. Tendrá que escuchar todas las voces y dar
las mismas facilidades de participación a todos y realizar asambleas abiertas,
democráticas, en las que gane el mejor y el que tenga mayoría. Eso por cuanto
hace a ella. Tendrá que tener también el respaldo de su jefe, quien a su vez
tendrá que cuidar que sus colaboradores no intenten suplir la voluntad de la
militancia mayoritaria. Si así lo hacen se fortalecerán ellos, se fortalecerá
su partido y se ganarán el reconocimiento de propios y extraños. Si no, en el
pecado llevarán la penitencia.
Duarte
“sienta” la agenda
Los expertos en comunicación social, los
asesores en la especialidad, los teóricos le llaman “sentar la agenda”.
Eso es lo que comenzó a hacer ayer el
gobernador Javier Duarte de Ochoa cuando decidió que todos los lunes a las ocho
de la mañana (ni tan temprano si se toma en cuenta que El Peje Andrés Manuel
López Obrador lo hacía a las seis de la mañana todos los días cuando era jefe
de Gobierno del Distrito Federal) ofrecerá una conferencia de prensa sobre
temas de actualidad que él en especial quiera destacar.
Seguramente aconsejado por sus asesores, el
gobernador buscará decidir qué tema deba hacer ruido entre los medios, en lugar
de que éstos pongan en el centro de la atención pública lo que piensen que deba
destacarse.
El Gobernador dijo que el objetivo de sus
conferencias de prensa semanales es compartir información relevante sobre el
crecimiento y desarrollo del estado. “Estoy convencido que mediante el
entendimiento franco entre sociedad y gobierno se fortalecen las bases
democráticas y podemos juntos impulsar nuestro desarrollo. Ese es el sustento
de una sociedad como la veracruzana, que se encuentra en plena transformación”.
Comoquiera que sea, y a reserva de esperar
los resultados que se deseen, la práctica inicia una nueva etapa entre
gobierno-prensa y sociedad y ojalá y sea para bien de todos.
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