viernes, 21 de febrero de 2014

Partidos y gobierno Veracruzano, propiedad privada de familias cacique.



Julio Alonso Iglesias.
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua española define la palabra familia como: Grupo de personas emparentadas entre sí que viven juntas. Conjunto de ascendientes, descendientes, colaterales y afines de un linaje. Hijos o descendencia.
Los apellidos más populares que destacan en el pueblo Mexicano especialmente la clase popular y clase media son: Martínez, López, Pérez, Hernández y Sánchez.
Sin embargo los apellidos que destacan en la política Veracruzana, en todas las elecciones y/o puestos administrativos del gabinete del gobernador son: Yunes, Alemán, Chedraui, Duarte, Porres y Zúñiga, entre otros. Y no precisamente por su “inteligencia”, en realidad desde hace décadas estos puestos son propiedad de familias cacique de la política, que tienen su “modus vivendi” de vivir y saquear el presupuesto público. Lo que explica porque la mayoría son levanta-dedos en el congreso y los cabildos, y carecen de un criterio propio que beneficie al pueblo Veracruzano.
Algunas familias cacique le sacan bastante bien jugo a su puesto y regalan terrenos comunitarios o públicos a su mamá para que construya tiendas de autoservicio, otros más finos llegan a formar un patrimonio ¿?, que les permite tener incluso aerolíneas, adquirir franquicias de café, ropas y otros negocios de alimentos, construir edificios para adquirir franquicias de hoteles o hacer centros comerciales.
Es común que un  diputado estatal o federal, y sus familiares sean de los que viven del erario público, y su influencia sea producto de generaciones de familia enquistadas en el poder.
Por supuesto que no faltan los políticos de nuevo ingreso que por mérito, raterías o un marcado servilismo político logran ingresar y ocupar uno que otro puesto importante, esto es, son los que se pueden catalogar como los adoptados o apadrinados por alguna familia política  (es lo que se conoce como los bastardos del grupo político). 
En Veracruz, es frecuente que los políticos tengan un patrimonio de obtenido de diversa manera; algunos por su trabajo, otros por herencia y por último los que roban incluso a su propia familia (como es el célebre caso del expresidente municipal de San André Tuxtla, Rafael Fararoni, que despojó a sus hermanos, de más de 200 millones de pesos,  dejándolos en la miseria, sin importarle haber sido paridos por la misma madre y padre).
En un Veracruz quebrado por los dos últimos gobiernos incluído el actual gobierno de Duarte, el ciudadano normal, para crear un patrimonio, tiene dos opciones:
La primera: dedicarse a la política y luchar por una presidencia municipal (se descarta el puesto de síndico municipal, ya que en la práctica, es para cobrar un buen sueldo y ser el gato que le firma los documentos al presidente  en turno,  y tampoco el de regidor ya que son puestos para cobrar un sueldo y simular que trabajan), para quedarse con el diezmo de las obras y hacer otros negocios a su favor. Así como tener la oportunidad de arrastrarse y lograr la bendición del gobernador en turno para ocupar una secretaría del gabinete estatal.
La segunda opción es: trabajar para el crimen organizado.
La reflexión es suya, hasta la próxima.

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