Arturo Reyes Isidoro
Cuba, el ejemplo
Ni
en tamaño territorial, ni en economía, ni en población Cuba es más grande que
México. El país incluso es víctima de un embargo comercial, económico y
financiero, impuesto por los Estados
Unidos desde octubre de 1960. En 1962 se amplió a alimentos y medicinas.
Su
población es apenas de 11 millones 242 mil 601 habitantes. México cerró 2013
con 118 millones 397 mil personas. La superficie territorial de nuestro país es
de 1 millón 964 mil 375 kilómetros cuadrados; la de cuba, de apenas 109,890
kilómetros cuadrados.
México
es la más grande potencia económica de Hispanoamérica, la segunda de América
Latina y la tercera en tamaño de América sólo después de Estados Unidos y
Brasil. Está considerada la número once más grande del mundo. Producto del
embargo, Cuba dejó de pagar la mayor parte de su deuda (11 mil millones de
dólares) en 1986 y carece de crédito de las instituciones financiera
internacionales. De hecho, ni se le incluye en el listado de las economías del
mundo.
Ese
pequeño país, sin embargo, acaba de ratificar su hegemonía deportiva en el área
de Centroamérica y el Caribe. De siempre ha sido una aplanadora y ningún otro
país lo ha podido desbancar, a excepción de hace cuatro años cuando por
problemas políticos su delegación no asistió a los juegos de Mayagüez, Puerto
Rico y México ocupó su lugar.
De
vuelta en Veracruz, no obstante haber sido una delegación con menos
participantes que la mexicana (543 contra 713), Cuba obtuvo el mayor número de
medallas de oro 123 contra 115 del país azteca. Ello no obstante que ocho
deportistas de la isla desertaron lo que bien pudo haber significado otras
medallas más.
La pregunta es a qué se debe este fenómeno,
que es recurrente. La respuesta muy general y simplista, pero totalmente
realista, es que Cuba es mejor país que el nuestro, con todo y lo que se
cuestiona a los hermanos Castro, Fidel y Raúl, o bien, desde el otro ángulo,
gracias a ellos.
Tal
vez en otra época pudo haber pasado, pero al menos en la delegación que vino el
mes pasado, a ningún atleta se vino cuidando en especial y por ello antes de
que iniciaran las competencias desertó la primera deportista, a la que sumaron
siete más. De 543, ocho fueron pocos, muy pocos.
En
México, ahora mismo se dan manifestaciones de rechazo al actual gobierno
federal. No suman decenas ni cientos, incluso ni miles, sino millones los
inconformes. No obstante las libertades que gozamos, las supuestas
oportunidades para todos, la pujante economía que presumen las autoridades, suman
millones los mexicanos que han desertado y huido hacia Estados Unidos. No han
sido sólo ocho, pero sólo se magnifica la deserción de los cubanos.
En
Cuba, pese a todas las limitaciones con que viven los isleños y las supuestas o
reales represiones que sufren, pudiendo haber desertado y escapado la totalidad
de los atletas incluidos entrenadores y directivos, de 543 que vinieron, 535
decidieron regresar a su país, llenos de orgullo. En estos momentos, ya
quisiera Enrique Peña Nieto tener esta adhesión y fidelidad que los cubanos
tienen para Raúl Castro y su gobierno.
Es
cierto, hay limitaciones en la isla, pero cuando hemos ido hemos podido
constatar que se sienten orgullosos de ser libres, de no estar bajo la
hegemonía del poderío económico mundial ni de los dictados de organismos
internacionales, y, no obstante, son alegres y no dejan de tocar su música ni
de cantar ni de bailar, lo que contagia y los hace atractivos.
Cuba
es mejor país porque su economía está mejor distribuida, porque todos tienen
acceso a la salud en forma gratuita en todos los niveles, porque no tienen
analfabetismo, porque todos los que quieren estudiar tienen acceso a la
educación superior y porque los buenos deportistas son cultivados e
incentivados hasta donde sus escasos recursos se los permiten.
En
Cuba, justa o injustamente, a funcionarios de muy alto nivel a los que se ha
acusado de corrupción o de desvío de los ideales de la Revolución Cubana, como
se dice, han sido incluso fusilados o permanecen en prisión. En México están todos
en el poder y sólo se reciclan y siguen estado en el poder. Se niegan a rendir
cuentas y las leyes las hacen a su medida para que nadie los castigue. Nuestra
desigualdad económica es vergonzosa.
En
un viaje que hice, me sorprendió que siendo un país que captura mucha langosta
prácticamente esté prohibida para ellos, pero lo aceptan de buena gana porque,
dicen, es para exportar y poder comprar medicinas que, admirablemente, no les
faltan
Alguna
vez recibí en Xalapa a un académico que vino de viaje y lo anduve paseando, sin
excluir, claro está, las áreas comerciales. Me decía que con sólo el diez por
ciento de lo que tenemos ellos podrían satisfacer todas sus necesidades.
Durante
la celebración de los Juegos Centroamericanos, en Xalapa vi reflejado también
su desnivel económico en comparación con participantes de otros países. En
Plaza Américas observé paseando a atletas de Colombia y Venezuela, que incluso
con gusto accedían a que mexicanos se fotografiaran con ellos.
En
Plaza Crystal, en cambio, vi a los atletas cubanos, comprando algunos productos
alimenticios, o pequeños regalos, nada del otro mundo. Aquéllos en almacenes
caros, éstos en un súper para clase popular, que, de todos modos, para ellos
debe resultar sorprendente. Quien haya ido a Cuba sabe muy bien que nada de
esto se conoce allá. Incluso en el puerto, un atleta cubano ofrecía en venta, a
través de las redes sociales, su uniforme y su sencillo maletín deportivo. Sin
duda necesitaba pesos mexicanos, divisas para comprar y llevar algún recuerdito.
Qué
cosas. En Cuba Fernando Gutiérrez Barrios, quien fue gobernador de Veracruz,
está considerado un héroe pues facilitó el embarque y la partida del Granma, de
Tuxpan, con Fidel Castro y un grupo de idealistas que fueron a hacer la
Revolución Cubana. En Cuba, estar en Matanzas es como estar en Alvarado, o en
La Habana como si se estuviera en el puerto de Veracruz, o en Regla como en los
Tuxtlas con su brujería (allá santería). En Cuba como quieren en especial a los
veracruzanos.
Admirable
país, admirable pueblo. Chico en tamaño, chico en población, chico en economía,
pero con un corazón muy grande, con un sentido de pertenencia que no tenemos,
orgullosos de lo que son y de lo poco que tienen, pero que tienen una causa por
la que luchan: su libertad, su independencia.
A
veces, como país, no tenemos que ir muy lejos para copiar, si quisiéramos, los
buenos ejemplos. Cuba lo es. Qué bueno el sitio de honor que alcanzaron en los
Juegos Centroamericanos. No queda más que felicitarlos y reconocerlos y
abrazarlos fraternalmente.
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