Luis
Velázquez
Galería de Políticos
Sencillos
Francisco
Ortiz Pinchetti cuenta en su crónica “Vicente Leñero, otras historias” de la
Galería de los Hombres Sencillos que hay en Proceso, donde las “fotografías
están enmarcadas en marcos garigoleados de plástico dorado”.
Ahí,
y entre otros, figuran Carlos Fuentes, Octavio Paz, Gabriel García Márquez y
Enrique Krauze.
Fue,
dice el gran cronista del siglo XX y XXI, una idea de Leñero, en reconocimiento
a las figuras públicas que no obstante su nombre, prestigio y fama, eran y son
hombres sencillos.
Así,
y sin que se considera un agravio, valdría quizá, de cara a los días
prenavideños, mirar en el escenario político local a los “hombres sencillos”.
Por
ejemplo, ninguna duda hay de que Armando Adriano Fabre, director del Instituto
de Pensiones, se llevaría el récord Guiness en la materia, pues, además, hay en
él una conjunción de político, notario público, académico, idealista y utópico,
y tal le ha permitido conservar los pies en la tierra, sin levitar como tantos
otros del gabinete legal y ampliado del duartismo.
El
ingeniero Marco Antonio Torres Hernández, delegado federal de la SAGARPA,
también compite en sencillez, además de que nunca ha caído en la tentación de
la soberbia y la frivolidad.
Por
el contrario, hace química con el suelo, como siguiendo el consejo de los
hindúes de abrazarse a un árbol para recibir la buena vibra, el buen karma,
además de su gran apertura, digamos, democrática, es decir, abierto a todas las
corrientes lo hace más sencillo, y al mismo tiempo, universal.
Mauricio
Audirac Murillo, de SEFIPLAN, también es un político sencillo. Tan sencillo que
el desmadre en su carácter se impone y le gana. Mejor dicho, suele encontrar el
lado chusco, humorístico, a los hechos y circunstancias y con una agilidad
mental fuera de serie encuentra la jiribilla al asunto más solemne, desarmando,
incluso, a los más bragados cuando les llama con una sonrisa “mi padrinito”.
SIN
ALARDES NI VISIONES APOCALÍPTICAS
Uno
de sus padrinitos, por ejemplo, es Reynaldo Gaudencio Escobar Pérez, quien
también merece incluirse en la Galería de los Hombres Sencillos.
Tan
sencillo que, por ejemplo, en los cuatro años de alcalde y seis de secretario
de Gobierno y dos de procurador, nunca, jamás, conoció ni fue tentado por la
soberbia.
Bragado
y peleador callejero, sí, porque de ningún abusivo se deja; pero, al mismo
tiempo, el hecho de que ahora ejerza su libertad y hasta discos con canciones
románticas haya grabado manifiesta su aterrizaje en la tierra, y en un
descuido, quizá, hasta bailaría con los campesinos de los 400 Pueblos ahora
cuando asesora a su líder mítico, César del Ángel.
Germán
Yescas, exdiputado local panista, también es un político sencillo. Que mira
directo a la cara. Sencillo en el trato. Sin recovecos en el trato, sin medias
tintas. Sin alardes cínicos. Y, lo más importante, sin traicionarse a sí mismo.
Mario
Tejeda Tejeda, el Quijote, por soñador, de los Llanos de Sotavento, es tan
sencillo que atraganta de tamales a los amigos y enemigos, y con dos cafés
calientitos le da por contar chistes y hasta cantar a Óscar Chávez, Armando
Manzanero y Gutty Cárdenas, evadiendo hablar de política.
Raúl
Arias Lovillo tiene todo para levitar. Maestría y doctorado en Economía.
Exrector de la Universidad Veracruzana. Asesor educativo en América Latina,
desde su sede, una universidad privada de Ecuador. Amigo de lumbreras. Lúcido.
Talentoso. Inteligente. Crítico. De izquierda.
Y
sin embargo, con las neuronas en la tierra, sin alardes ni visiones apocalípticas
rayando en el narcisismo, como otros que se creen y sienten el Hernán Cortés
del siglo XXI en Veracruz.
Cada
uno en su estilo, los senadores Pepe Yunes Zorrilla y Héctor Yunes Landa
también pecan de sencillez. Bajan al piso para dialogar. Las alturas solo son,
lo muestran con hechos, efímeras.
Incluso,
mientras Héctor en su objetivo de hectorizar a todos alardea de su inteligencia
y talento para solo para documentar su versión, mientras Pepe replica la
filosofía de vida de Vicente Leñero en el sentido de que lo más importante en
la vida es el respeto a los demás.
Ambos,
sin protocolos. La amistad por delante. Y también, libanés el primero, sirio el
segundo, fieles a sus genes de bragados y entrones.
Nunca
el poder político los ha mareado ni hecho levitar como Remedios, la bella, en
la novela de Gabriel García Márquez, volando al cielo. Vuelan al cielo, claro,
Gerardo Buganza, Luis Ángel Bravo Contreras, Alberto Silva, Adolfo Motita,
Jorge Carvallo y Érick Lagos, casi casi la mitad del gabinete duartista,
pecados del alma y del espíritu que tanto aborrece la iglesia de Roma.
¿Hay
mujeres políticas en la sencillez? ¡Sin duda! Número uno, Érika Blanco, la
primera dirigente estudiantil en la facultad de Leyes de la Universidad
Veracruzana, guía y mecenas que fuera, por ejemplo, de Érick Lagos, secretario
de Gobierno.
Sencilla.
Ultra contra súper sencillona y que más proyecta su amplio conocimiento de las
redes políticas en Veracruz, cabildera, operadora política en el sórdido mundo
de las elites en y de la administración pública.
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