LA VETA GRANDE DE
CONFIANZA EN VERACRUZ
A
Ricardo García Guzmán lo recuerdo como Contralor General del Estado en el
gobierno del licenciado Miguel Alemán Velasco. Fuimos compañeros de trabajo.
Un
día, no recuerdo por qué, me reuní con él en su oficina entonces en Palacio de
Gobierno. Lo hallé preocupado. Se había detectado a tiempo que un alto
funcionario estaba a punto de hacer un negocio multimillonario aprovechándose
del cargo y enterado el gobernador le dio instrucciones precisas de pararlo.
Dado el monto que estaba en juego temía hasta por su suerte personal. Y actuó.
En
el mundo de los contadores y de los contralores, nadie duda de su capacidad
(además de contador público auditor hizo maestría y doctorado en Ciencias de la
Administración Pública, es miembro de organismos nacionales e internacionales y
autor de seis libros, además de que ha pasado por diversos cargos de la
administración pública), y de aquel gobierno del licenciado Alemán fue el único
que en su área llegó a ser coordinador nacional de la Comisión Permanente de
Contralores Estado-Federación, lo que además le abrió un mundo de relaciones
con quienes hoy ocupan altos cargos de fiscalización a nivel nacional.
Fue
en julio del año pasado cuando el gobernador Javier Duarte de Ochoa lo invitó a
volver a ocupar el cargo y García Guzmán ya le ofreció los primeros resultados:
inhabilitó por diez años al exdirector del Instituto Veracruzano de Educación
para los Adultos (IVEA), Álvaro Cándido Capetillo Hernández, tras no poder
documentar el ejercicio de 36 millones de pesos, así como al exdirector de
Administración de los Servicios Aéreos del Gobierno del Estado, Alcides
Madrigal, por tres años, tras detectársele que tenía a varias personas cobrando
en nómina sin trabajar (se afirma que eran 40), ahora sí, verdaderos aviadores
que aterrizaban en El Lencero.
Pero
Ricardo no paró ahí. Fiel a su compromiso con el gobernador de actuar donde se
detectaran irregularidades, declaró que existen otras investigaciones abiertas
en contra de servidores públicos que incurrieron en daño patrimonial en contra
del erario estatal, esto es, que hicieron mal uso de los recursos de los
veracruzanos. "Hay varios procesos disciplinarios administrativos
abiertos". Se reservó, sin embargo, nombres de funcionarios y de
dependencias y seguramente esperará instrucciones para actuar.
En
"Prosa aprisa" de ayer, al comentar el asunto de Capetillo Hernández
mencioné que con anterioridad jamás en la Contraloría se hizo público un caso
con nombre, apellidos y montos como ahora se ha hecho, simple y sencillamente
porque nunca se actuó, quizá porque se le ocultó información al gobernador, lo
que sería traicionar su confianza.
En
el nivel en que se manejan estas cosas, un contralor no actúa si no tiene el
visto bueno del titular del Ejecutivo, por lo que habría que reconocer a Duarte
de Ochoa por haber decidido que García Guzmán actuara. Este tipo de
funcionarios que no le ocultan la verdad, que están decididos a ayudarlo
actuando contra quien infrinja la ley, y de paso a mejorar su imagen y la de la
administración estatal, debieran ser bien y mejor aprovechados.
Incluso
ahora que no hay recursos y cuando el partido del Gobierno, el PRI, necesita
votos para el próximo 7 de junio, seguramente se ganarían muchos, cientos,
acaso miles si decidieran seguir actuando como ya empezaron, destituyendo de
cargos, inhabilitando, impidiendo que malos funcionarios sigan abusando de los
fondos públicos, aunque también que se presentaran las respectivas denuncias
penales para recuperar el bien sustraído ilícitamente.
El
Contralor ha dicho que existen otros procesos abiertos. Los días por venir nos
dirán si no lo paran y si le dan el visto bueno para que siga limpiando la
casa. Sabe, quiere y puede cómo hacerlo. El Gobierno, los gobiernos en general
necesitan con urgencia recuperar la confianza, la credibilidad perdida ante
tantas "casas blancas", departamentos en Nueva York, licitaciones
amañadas y con conflicto de interés, moches, etcétera.
Precisamente
ayer el diario Milenio reprodujo un artículo-entrevista del Financial Times
firmado por JuddyBebber y Paul Rathbone donde el secretario de Hacienda y
Crédito Público, Luis Videgaray, declara que el ambicioso programa de reformas
no servirá de mucho si el gobierno de Peña Nieto, "teñido de
escándalos", fracasa en la reconstrucción de la destruida confianza
pública.
"No
sólo se trata de reformar, reformar, reformar. Necesitamos abordar lo que
realmente importa a la sociedad mexicana que es no (sólo) la corrupción y la
transparencia. Va más lejos: tiene que ver con la confianza".
En
Veracruz tienen una veta muy grande de confianza para explotarla si deciden a
golpe de pico y pala quitar y tirar tanta costra endurecida ya por los años de
impunidad. El minero con las botas, el casco puesto, las luces nocturnas, el
pico y la pala lo tienen ya en la Contraloría. Por lo que dijo, de hecho ya está
picando piedra. A ver cuánto oro o plata se recupera. O a ver si no al minero
en una de esas le provocan un derrumbe, le cortan el oxígeno y lo asfixian.
Todo puede suceder. Esperemos.
Pero
cuánto ayudaría al Gobierno del Estado, a ojos de la Federación, que se
actuara, que se recuperara todo lo que se han llevado y que se castigara a los
culpables y a los responsables, porque en Veracruz nadie está por encima de ley
–eso dice el eslogan oficial– y se actuará caiga quien caiga, se trate de quién
se trate, ¿o no?
El
colmo, el "norte" acabó con el carnaval
¡Chin!
Como si hiciera falta algo, ayer el "norte" acabó súbitamente con el
carnaval de Veracruz al suspenderse el último desfile así como el concierto de
Luis Miguel. Los organizadores también debieron haber ido a los Tuxtlas a
hacerse una limpia, si bien les queda la oportunidad de hacerlo dentro de dos
semanas y media el próximo 6 de marzo, que es el primer viernes de marzo, el
día mayor de los brujos de Catemaco y los Tuxtlas, digo, por si las dudas y para
el carnaval del próximo año.
Pero las buenas noticias también son noticia. Un
boletín de prensa del Ayuntamiento dio cuenta ayer de que el pasado 15 de
febrero debutó en el Palacio de Bellas Artes la cantante xalapeña María
Gabriela Flores Nachón en la ópera Elixir de amor de Donizetti. Ella se formó
en Xalapa y su debut debe celebrarse y la Comuna xalapeña debiera estimularla
con un reconocimiento y ponerla como ejemplo a las nuevas generaciones.
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