Nicanor Absalón
Hernández.
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un mal sueño. Una pesadilla. Despertar a la medianoche y oír las campanas con
un repique de alarma. A veces las campanas parecen gritar lo que anuncian: Lo
Bueno y lo Malo. La alegría y la tristeza.
¡Incendio!
¡Incendio! Se oía gritar en las calles, en cada casa. ¡La Iglesia de Santa
Rosa! La antigua Parroquia estaba ardiendo.
Muchos
sanandrescanos acudieron para intentar lo que era ya era imposible: Rescatar
las imágenes. Las imágenes que se encontraban en el interior del templo,
constituían algo muy preciado para el San Andrés de hace 60 años. Las imágenes
eran para los fieles, su devoción, sus creencias, para algunos su más preciado
tesoro, su orgullo.
Orgullo,
porque entonces teníamos en esta Iglesia imágenes bellísimas. Talladas en
madera, los rostros de aquel grupo parecían haber sido esculpidos por ángeles.
Tal era su belleza, su encanto. Imágenes únicas. Irrepetibles. Jamás hubo tal
similitud con lo divino. Era algo así, como tener un pedazo de cielo, aquí en
la tierra.
Algunas
imágenes, como la Purísima o Inmaculada Concepción, fueron traídas de Barcelona
hacia 1850, otras fueron talladas en suelo mexicano y según se dice databan de
fines del Siglo XIX y principios del XX.
Otras
imágenes eran: La Dolorosa que junto con María Magdalena, San Juan y el Señor
del Santo Entierro, conformaban el conjunto de “El Calvario”. El Sagrado Corazón
(entronizado en Junio de 1897), Santa Rosa de Lima, La Virgen del Rosario, Los
Santos Dormidos (conjunto de 3 imágenes), San José, San Antonio Abad, San
Francisco, El Santo Niño de Atocha, El Cuadro de la Virgen de Guadalupe, El
Señor atado a la columna, y la Divina Providencia. Esta última era la más
reciente y fue realizada en Toluca, por los escultores Hermanos Barreta; y
llegó a San Andrés el 1º. de febrero de 1942, bajo la iniciativa de las Sras.:
Doña Barbarita Peláez de Del Prado y de Doña Hilda Riveroll de Álvarez, quienes
pidieron cooperación entre los fieles. Siendo Párroco el Padre Diego Manuel
Alvarado.
Y
ahora, en esa noche, aquella corte celestial parecía haber sido condenada,
precipitada a los infiernos. Una tras otra, los feligreses a distancia, veían
caer las imágenes envueltas en un manto de llamas.
El
mobiliario, los retablos de madera y las puertas, transmitieron su ardor a las
vigas y parihuelas del techo. Era un entramado de madera, que soportaba una
techumbre de teja de barro. Las vigas también ardieron y el techo se desplomó.
Todo,
absolutamente todo, se había consumido por el fuego. El cielo, nuestro cielo
terrenal, se había perdido.
Solo
de la sacristía, (que se encontraba anexa al Templo, en forma parecida como se
encuentra actualmente pudo rescatarse lo que allí existía: El Antiguo Archivo,
consistente en libros de registros de los sacramentos que recibían los fieles,
cuyos datos se fechan desde el S. XVII. Un Escudo de Metal, cuyas inscripciones
atestiguan que la Parroquia fue erigida canónicamente el 10 de Septiembre de
1768. Un Bastón de Mando, también metálico, cuatro Cañas o Varales que
sostienen y forman un Palio, un Estandarte bordado en seda y 2 Custodias. Todo
esto era ocupado en los oficios de la Cofradía de los “Hermanos Veinticuatro”,
pues la conformaban 24 varones, probablemente fundada en el S. XVIII, aunque se
tienen datos certeros de esta Cofradía hacia 1850, en pleno Siglo XIX.
Una
de las Custodias, en el momento del incendio, se encontraban en el interior del
templo y en un arranque de fervor, sabemos por tradición oral, que el Padre
Lucio Martínez Luna, Vicario y adjunto del entonces Párroco, Ángel Andrade
López, se introdujo entre las llamas y logró rescatarla, aunque el calor
consiguió doblarla por la mitad.
Las
paredes, aunque calcinadas resistieron. Así como la torre, el campanario que
posee hasta nuestros días, una campana con un altorrelieve en el que se lee:
“Santa María Ora Pro Nobis”, Año de 1679.
Poco
tiempo después del voraz incendio, la custodia dañada, fue reparada, en la
Ciudad de México, por iniciativa de la Sra. Doña Elda Solana de Lagunes. Así
como el Estandarte bordado en seda, que muchos años más tarde fue encontrado,
en el fondo de una tara y que fue reparado por las monjas adoratrices del “Monasterio
Jesús Eucaristía”, en la Cd. de Santiago Tuxtla, por iniciativa de la Sra. Doña
Rosita Hernández de Absalón y que actualmente forma parte de la utilería
sagrada del Monumento que se instaura los Jueves Santo, durante la Semana
Mayor, enla misma Parroquia.
Los
libros del Archivo rescatado, se conservan en las Oficinas Parroquiales de la
Catedral de esta Ciudad de San Andrés Tuxtla, porque según se dice forman parte
del Archivo Diocesano.
El
Próximo 15 de Enero del presente Año 2015, se cumplen 60 años del Incendio.
Hace 10 años celebramos el 50 Aniversario, bajo la iniciativa de la Sra. Doña
Emilia del Prado Peláez, en colaboración con quien esto escribe. Con la ayuda
incondicional de sus respectivos familiares y amigos.
Diez
años después, volvemos a recordar ese Acto irreparable, de aquel mal sueño, que
duró muchas noches, meses y decenas de años.
Un
grupo de personas, organizan, con la aprobación y consentimiento del actual
Párroco: Padre Ramiro Báxin, Señor Cura de Santa Rosa de Lima. La conmemoración
de este suceso. Mediante una Misa de Réquiem, por todos aquellos sacerdotes,
párrocos y personas que dedicaron gran parte de su vida a este Templo.
Si
es posible, se expondrán las Reliquias nombradas anteriormente. Existe un Libro
que se abrió en el 50 Aniversario con Actasy que fue firmado por los Sres.
Obispos: Don Guillermo Ranzahuer González y Don José Trinidad Zapata Ortiz. Así
como los Padres Alfonso Velasco Galindo y el Padre Jesús Álvarez Zarate,
quienes concelebraron en esa fecha.
Como
una Prueba imperecedera, de que tuvimos conocimiento de nuestras Fe. De nuestra
Devoción y de nuestro Amor por la Parroquia de Santa Rosa de Lima.
Puesto
que este Templo, volvió a resurgir, en palabras de Doña
Emilia del Prado como un Ave Fénix, de entre las cenizas. Estamos seguros de
que si la fortuna le fuera nuevamente adversa, volveríamos a reconstruirlo,
piedra por piedra.
Que
Dios Nuestro Señor, por su infinita misericordia, en esta fecha conmemorativa,
Salve y bendiga a la Parroquia de Santa Rosa de Lima, a todas las Personas que
fervientemente, de una manera o de otra, colaboran, a los que han trabajado
incansablemente y han servido a este Templo, a todos los que han sido y son sus
Presbíteros y a toda su Grey Católica.
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