viernes, 9 de enero de 2015

HACE 60 AÑOS SE QUEMO LA PARROQIA DE SANTA ROSA

Nicanor Absalón Hernández.
E
ra un mal sueño. Una pesadilla. Despertar a la medianoche y oír las campanas con un repique de alarma. A veces las campanas parecen gritar lo que anuncian: Lo Bueno y lo Malo. La alegría y la tristeza.
¡Incendio! ¡Incendio! Se oía gritar en las calles, en cada casa. ¡La Iglesia de Santa Rosa! La antigua Parroquia estaba ardiendo.
Muchos sanandrescanos acudieron para intentar lo que era ya era imposible: Rescatar las imágenes. Las imágenes que se encontraban en el interior del templo, constituían algo muy preciado para el San Andrés de hace 60 años. Las imágenes eran para los fieles, su devoción, sus creencias, para algunos su más preciado tesoro, su orgullo.
Orgullo, porque entonces teníamos en esta Iglesia imágenes bellísimas. Talladas en madera, los rostros de aquel grupo parecían haber sido esculpidos por ángeles. Tal era su belleza, su encanto. Imágenes únicas. Irrepetibles. Jamás hubo tal similitud con lo divino. Era algo así, como tener un pedazo de cielo, aquí en la tierra.
Algunas imágenes, como la Purísima o Inmaculada Concepción, fueron traídas de Barcelona hacia 1850, otras fueron talladas en suelo mexicano y según se dice databan de fines del Siglo XIX y principios del XX.
Otras imágenes eran: La Dolorosa que junto con María Magdalena, San Juan y el Señor del Santo Entierro, conformaban el conjunto de “El Calvario”. El Sagrado Corazón (entronizado en Junio de 1897), Santa Rosa de Lima, La Virgen del Rosario, Los Santos Dormidos (conjunto de 3 imágenes), San José, San Antonio Abad, San Francisco, El Santo Niño de Atocha, El Cuadro de la Virgen de Guadalupe, El Señor atado a la columna, y la Divina Providencia. Esta última era la más reciente y fue realizada en Toluca, por los escultores Hermanos Barreta; y llegó a San Andrés el 1º. de febrero de 1942, bajo la iniciativa de las Sras.: Doña Barbarita Peláez de Del Prado y de Doña Hilda Riveroll de Álvarez, quienes pidieron cooperación entre los fieles. Siendo Párroco el Padre Diego Manuel Alvarado.
Y ahora, en esa noche, aquella corte celestial parecía haber sido condenada, precipitada a los infiernos. Una tras otra, los feligreses a distancia, veían caer las imágenes envueltas en un manto de llamas.
El mobiliario, los retablos de madera y las puertas, transmitieron su ardor a las vigas y parihuelas del techo. Era un entramado de madera, que soportaba una techumbre de teja de barro. Las vigas también ardieron y el techo se desplomó.
Todo, absolutamente todo, se había consumido por el fuego. El cielo, nuestro cielo terrenal, se había perdido.
Solo de la sacristía, (que se encontraba anexa al Templo, en forma parecida como se encuentra actualmente pudo rescatarse lo que allí existía: El Antiguo Archivo, consistente en libros de registros de los sacramentos que recibían los fieles, cuyos datos se fechan desde el S. XVII. Un Escudo de Metal, cuyas inscripciones atestiguan que la Parroquia fue erigida canónicamente el 10 de Septiembre de 1768. Un Bastón de Mando, también metálico, cuatro Cañas o Varales que sostienen y forman un Palio, un Estandarte bordado en seda y 2 Custodias. Todo esto era ocupado en los oficios de la Cofradía de los “Hermanos Veinticuatro”, pues la conformaban 24 varones, probablemente fundada en el S. XVIII, aunque se tienen datos certeros de esta Cofradía hacia 1850, en pleno Siglo XIX.
Una de las Custodias, en el momento del incendio, se encontraban en el interior del templo y en un arranque de fervor, sabemos por tradición oral, que el Padre Lucio Martínez Luna, Vicario y adjunto del entonces Párroco, Ángel Andrade López, se introdujo entre las llamas y logró rescatarla, aunque el calor consiguió doblarla por la mitad.
Las paredes, aunque calcinadas resistieron. Así como la torre, el campanario que posee hasta nuestros días, una campana con un altorrelieve en el que se lee: “Santa María Ora Pro Nobis”, Año de 1679.
Poco tiempo después del voraz incendio, la custodia dañada, fue reparada, en la Ciudad de México, por iniciativa de la Sra. Doña Elda Solana de Lagunes. Así como el Estandarte bordado en seda, que muchos años más tarde fue encontrado, en el fondo de una tara y que fue reparado por las monjas adoratrices del “Monasterio Jesús Eucaristía”, en la Cd. de Santiago Tuxtla, por iniciativa de la Sra. Doña Rosita Hernández de Absalón y que actualmente forma parte de la utilería sagrada del Monumento que se instaura los Jueves Santo, durante la Semana Mayor, enla misma Parroquia.
Los libros del Archivo rescatado, se conservan en las Oficinas Parroquiales de la Catedral de esta Ciudad de San Andrés Tuxtla, porque según se dice forman parte del Archivo Diocesano.
El Próximo 15 de Enero del presente Año 2015, se cumplen 60 años del Incendio. Hace 10 años celebramos el 50 Aniversario, bajo la iniciativa de la Sra. Doña Emilia del Prado Peláez, en colaboración con quien esto escribe. Con la ayuda incondicional de sus respectivos familiares y amigos.
Diez años después, volvemos a recordar ese Acto irreparable, de aquel mal sueño, que duró muchas noches, meses y decenas de años.
Un grupo de personas, organizan, con la aprobación y consentimiento del actual Párroco: Padre Ramiro Báxin, Señor Cura de Santa Rosa de Lima. La conmemoración de este suceso. Mediante una Misa de Réquiem, por todos aquellos sacerdotes, párrocos y personas que dedicaron gran parte de su vida a este Templo.
Si es posible, se expondrán las Reliquias nombradas anteriormente. Existe un Libro que se abrió en el 50 Aniversario con Actasy que fue firmado por los Sres. Obispos: Don Guillermo Ranzahuer González y Don José Trinidad Zapata Ortiz. Así como los Padres Alfonso Velasco Galindo y el Padre Jesús Álvarez Zarate, quienes concelebraron en esa fecha.
Como una Prueba imperecedera, de que tuvimos conocimiento de nuestras Fe. De nuestra Devoción y de nuestro Amor por la Parroquia de Santa Rosa de Lima.
Puesto que este Templo, volvió a resurgir, en palabras de Doña Emilia del Prado como un Ave Fénix, de entre las cenizas. Estamos seguros de que si la fortuna le fuera nuevamente adversa, volveríamos a reconstruirlo, piedra por piedra.
Que Dios Nuestro Señor, por su infinita misericordia, en esta fecha conmemorativa, Salve y bendiga a la Parroquia de Santa Rosa de Lima, a todas las Personas que fervientemente, de una manera o de otra, colaboran, a los que han trabajado incansablemente y han servido a este Templo, a todos los que han sido y son sus Presbíteros y a toda su Grey Católica.

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