viernes, 6 de diciembre de 2013

Prosa aprisa



Arturo Reyes Isidoro
Los méritos de un hombre excepcional
Si bien se ha continuado entregando en el rubro “Artículo de fondo”, el Premio Nacional de Periodismo instituido por el Gobierno mexicano en 1976, por artículo político se entregó solamente a tres periodistas mexicanos verdaderamente excepcionales: al inolvidable Francisco “Paco” Martínez de la Vega, de la revista Siempre!, en 1976, a Manuel Buendía Tellezgirón, entonces de El Sol de México, en 1977, y a Froylán Flores Cancela, del Diario de Xalapa, en 1978.
Ha sido el único periodista veracruzano, hasta ahora, al que se distinguió sentándolo en el presídium al lado del entonces presidente José López Portillo, durante la entrega de los premios en la residencia oficial de Los Pinos, lugar que bien pudo haber sido para Elena Poniatowska, a quien también le dieron ese año el premio por sus entrevistas que publicaba en el diario Novedades, o al poeta Efraín Huerta, quien publicaba en El Día, o a Renato Leduc, a quien le entregaron un premio especial. Dado el centralismo que México vivía entonces, que se distinguiera así a alguien de la provincia resultó un hecho verdaderamente destacable y memorable.
Para la entrega del premio fue determinante el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles, pero no porque se diera la coincidencia de que ambos eran veracruzanos, sino porque Froy con su agudeza como periodista político, con su cultura pese a que nada más cursó la primaria (ya en Xalapa, emigrado de Misantla, se metía a leer y a estudiar en la histórica biblioteca del Colegio Preparatorio hoy la Prepa Juárez como todo mundo la conoce), con su inteligencia y con su memoria excepcional deslumbró al mayor ideólogo que ha tenido el PRI, un hombre de fuerte raigambre liberal como lo fue el tuxpeño.
Aún recuerdo cuando don Jesús, durante el gobierno de Rafael Hernández Ochoa, vino como dirigente nacional del PRI a presidir un acto político en el Teatro del Estado. Pernoctó en Xalapa e invitó a Froylán a viajar con él al día siguiente al puerto de Veracruz porque el autor de El liberalismo mexicano quería disfrutar un caldo largo de pescado que tanto le gustaba. En el trayecto, el entonces columnista político más destacado de Veracruz y entre los mejores del país le hizo una memorable entrevista. Reyes Heroles, quien  difícilmente daba entrevistas exclusivas, lo distinguió porque lo reconocía como un verdadero politólogo. No mucho tiempo después, Froy le haría también una entrevista exclusiva en el puerto de Veracruz al poeta nacional de Cuba, Nicolás Guillén, con quien desayunó antojitos veracruzanos en el famoso Samborcito.
A raíz de aquel premio nacional, el gobernador Rafael Hernández Ochoa le quiso hacer un homenaje en Xalapa, en grande, tirando la casa por la ventana como se acostumbraba entonces, pero Froy no aceptó y le dio las gracias. También, el entonces rector de la Universidad Veracruzana, Roberto Bravo Garzón, le quiso entregar un doctorado Honoris Causa que igual rechazó, como rechazó volverse colaborador habitual de la revista Siempre! que dirigía entonces su fundador el legendario periodista mexicano (tabasqueño) José Pagés Llergo, una de las máximas tribunas que ha tenido el periodismo mexicano y donde escribían Jacobo Zabludovsky, Francisco Martínez de la Vega, Renato Leduc, Luis Suárez, Víctor Rico Galán, Herberto Castillo, Miguel Alemán Velasco, Antonio Vargas McDonal, Roberto Blanco Moheno, Fernando Benítez y tantos inolvidables periodistas que marcaron toda una época en México.
No había político mexicano que viniera a Veracruz que no tuviera como paso obligado pasar a conocer, a saludar y a platicar con Froy, quien convirtió al Diario de Xalapa en una verdadera meca política por donde desfilaban aspirantes al Gobierno del estado, al Senado, a la Cámara de Diputados, a la Legislatura local, a las alcaldías. Incluso, ya separado del Diario y siendo director del semanario Punto y Aparte, que hasta la fecha mantiene, mi casa periodística hasta la fecha, durante el proceso de sucesión de Dante Delgado como gobernador, el entonces presidente Carlos Salinas de Gortari envió a consultarlo para el relevo al entonces poderoso Jefe de la Oficina de la Presidencia de México, José María Córdoba Montoya.
Y con Froy se dio, que yo sepa, haya vivido y atestiguado, la única vez en la historia del periodismo mexicano en que un columnista de provincia adelantaba los gabinetes presidenciales en exclusiva, merced al mundo de relaciones que tenía. Aún recuerdo cuando los entonces gurús del columnismo político mexicano, Ángel Trinidad “Trini” Ferreira y Francisco “Pancho” Cárdenas Cruz (desde este espacio les envío mi saludo, pues tiene mucho que no los veo ni hablo con ellos), de “Frentes Políticos”, le llamaban de la redacción de aquel histórico Excelsior que dirigía Julio Scherer para que les confirmara los nombres que ya había dado en exclusiva.
Pero Froy traía la casta de origen. A los 17 años, siendo corresponsal de Excelsior, cuando todavía quedaban resabios del movimiento armado que fue la Revolución y el mayor avance tecnológico que había era el telégrafo, entrevistó al general Cándido Aguilar, yerno del presidente Venustiano Carranza. Aquella entrevista se publicó en Últimas Noticias, la edición vespertina que tenía el diario Excelsior, y al día siguiente ocupó el cintillo, a 8 columnas, de “El periódico de la vida nacional”.
Quiso Dios, la vida, el destino, la suerte que cuando llegué a Xalapa, al Diario de Xalapa quedara bajo su tutela. Mucho de lo que tengo y de lo que soy, por no decir que todo, se lo debo a él. Desde un principio se convirtió en mi protector, en mi mecenas, en mi maestro, en mi consejero hasta convertirse en mi segundo padre. Viendo las condiciones en que llegaba y en las que comenzaba mi vida en Xalapa, nunca me dejó morir de hambre, el lugar donde vivo lo tengo por él, en dos ocasiones en que viví crisis personales me envió a estar o a vivir en España por su cuenta, ya luego, en viajes de recreo y de trabajo a Cuba y a Europa me dio recursos para que no viajara yo limitado; me enseñó a leer lo que vale la pena, a conocer por sus obras a escritores, a poetas, a escribir…
Como periodista de él aprendí todo lo que sé, lo bueno, no lo malo. Como persona, de él aprendí, si es que aprendí, la virtud de la modestia, de la sencillez, del no protagonismo, el don de la generosidad, a practicar la solidaridad, a estar por encima de las mezquindades propias de la condición humana, a vivir la vida alejado de las miserias que envenenan el alma, a ignorar y no hacer caso a las banalidades. Trato de honrarlo con mi comportamiento personal, con mi desempeño profesional. Hace días, pocos días antes de que se hiciera oficial su nominación al premio, platicamos largo rato en su casa. Hicimos recuerdos y me dio mucho gusto verlo sonreír, que eso me hace feliz a mí también.
Cuando la mañana de este martes el gobernador Javier Duarte de Ochoa le imponga la medalla “Adolfo Ruiz Cortines”, habrá hecho un gran reconocimiento a un periodista veracruzano excepcional, pero también a un hombre, a un ser humano ejemplar. Sin ningún demérito de las otras personas nominadas, el premio, su entrega, está totalmente justificado, honra al periodismo veracruzano, al periodismo político, al buen periodismo.
De Jorge Carvallo
A propósito de “Prosa aprisa” de ayer, recibí del secretario particular del gobernador Javier Duarte de Ochoa la siguiente correspondencia:
“Por este conducto solicito el derecho de réplica que legalmente me asiste para aclarar las aseveraciones que hace usted en su columna política del pasado 2 de diciembre de 2013.
En ella, retoma una nota publicada en un periódico local, que no tuvieron el valor de firmar, aparece como ‘nota de la redacción’ y se amparan en presuntos correos electrónicos llegados a la redacción del periódico, dándole validez sin haber investigado el contenido de la misma.
La nota es difamatoria; no la acepto y puntualizo:
  1. No hay de mi parte conspiración alguna en búsqueda de la gubernatura, yo le sirvo con lealtad al Gobernador Javier Duarte de Ochoa, hasta en el momento que lo estime conveniente.
  2. Niego rotundamente el contenido de la nota.
  3. La interpretación que se le quiere dar en su columna a la nota publicada, son especulaciones y no son apegadas a la verdad y la realidad.
Arturo, siempre lo he considerado un profesional, por lo mismo lo exhorto para que antes de hacer eco de denostaciones, se investiguen los datos antes de ser publicados.
Reitero que mi único fin es servir al Gobernador, Javier Duarte de Ochoa, a quien le sirvo con disciplina y lealtad”.
NOTA: Ni el sábado cuando apareció la nota, ni el domingo, el señor secretario la aclaró ni la desmintió en el periódico donde debía, por eso la retomé. No hice aseveraciones. Dejé muy claro en mi texto que eran posibles lecturas y como tal las plantee. Su texto merecería otras consideraciones, pero por el espacio y si es necesario, las haremos más adelante.


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