Arturo Reyes
Isidoro
Los méritos de un hombre excepcional
Si bien se ha continuado
entregando en el rubro “Artículo de fondo”, el Premio Nacional de Periodismo
instituido por el Gobierno mexicano en 1976, por artículo político se entregó
solamente a tres periodistas mexicanos verdaderamente excepcionales: al
inolvidable Francisco “Paco” Martínez de la Vega, de la revista Siempre!, en 1976, a Manuel Buendía
Tellezgirón, entonces de El Sol de México,
en 1977, y a Froylán Flores Cancela, del Diario
de Xalapa, en 1978.
Ha sido el único
periodista veracruzano, hasta ahora, al que se distinguió sentándolo en el
presídium al lado del entonces presidente José López Portillo, durante la
entrega de los premios en la residencia oficial de Los Pinos, lugar que bien
pudo haber sido para Elena Poniatowska, a quien también le dieron ese año el
premio por sus entrevistas que publicaba en el diario Novedades, o al poeta Efraín Huerta, quien publicaba en El Día, o a Renato Leduc, a quien le
entregaron un premio especial. Dado el centralismo que México vivía entonces,
que se distinguiera así a alguien de la provincia resultó un hecho
verdaderamente destacable y memorable.
Para la entrega del
premio fue determinante el entonces secretario de Gobernación, Jesús Reyes Heroles,
pero no porque se diera la coincidencia de que ambos eran veracruzanos, sino
porque Froy con su agudeza como periodista político, con su cultura pese a que
nada más cursó la primaria (ya en Xalapa, emigrado de Misantla, se metía a leer
y a estudiar en la histórica biblioteca del Colegio Preparatorio hoy la Prepa
Juárez como todo mundo la conoce), con su inteligencia y con su memoria
excepcional deslumbró al mayor ideólogo que ha tenido el PRI, un hombre de
fuerte raigambre liberal como lo fue el tuxpeño.
Aún recuerdo cuando don
Jesús, durante el gobierno de Rafael Hernández Ochoa, vino como dirigente
nacional del PRI a presidir un acto político en el Teatro del Estado. Pernoctó
en Xalapa e invitó a Froylán a viajar con él al día siguiente al puerto de
Veracruz porque el autor de El
liberalismo mexicano quería disfrutar un caldo largo de pescado que tanto
le gustaba. En el trayecto, el entonces columnista político más destacado de
Veracruz y entre los mejores del país le hizo una memorable entrevista. Reyes
Heroles, quien difícilmente daba
entrevistas exclusivas, lo distinguió porque lo reconocía como un verdadero
politólogo. No mucho tiempo después, Froy le haría también una entrevista
exclusiva en el puerto de Veracruz al poeta nacional de Cuba, Nicolás Guillén,
con quien desayunó antojitos veracruzanos en el famoso Samborcito.
A raíz de aquel premio
nacional, el gobernador Rafael Hernández Ochoa le quiso hacer un homenaje en
Xalapa, en grande, tirando la casa por la ventana como se acostumbraba entonces,
pero Froy no aceptó y le dio las gracias. También, el entonces rector de la
Universidad Veracruzana, Roberto Bravo Garzón, le quiso entregar un doctorado
Honoris Causa que igual rechazó, como rechazó volverse colaborador habitual de
la revista Siempre! que dirigía
entonces su fundador el legendario periodista mexicano (tabasqueño) José Pagés
Llergo, una de las máximas tribunas que ha tenido el periodismo mexicano y
donde escribían Jacobo Zabludovsky, Francisco Martínez de la Vega, Renato
Leduc, Luis Suárez, Víctor Rico Galán, Herberto Castillo, Miguel Alemán
Velasco, Antonio Vargas McDonal, Roberto Blanco Moheno, Fernando Benítez y
tantos inolvidables periodistas que marcaron toda una época en México.
No había político
mexicano que viniera a Veracruz que no tuviera como paso obligado pasar a
conocer, a saludar y a platicar con Froy, quien convirtió al Diario de Xalapa en una verdadera meca
política por donde desfilaban aspirantes al Gobierno del estado, al Senado, a
la Cámara de Diputados, a la Legislatura local, a las alcaldías. Incluso, ya
separado del Diario y siendo director
del semanario Punto y Aparte, que
hasta la fecha mantiene, mi casa periodística hasta la fecha, durante el
proceso de sucesión de Dante Delgado como gobernador, el entonces presidente
Carlos Salinas de Gortari envió a consultarlo para el relevo al entonces
poderoso Jefe de la Oficina de la Presidencia de México, José María Córdoba
Montoya.
Y con Froy se dio, que yo
sepa, haya vivido y atestiguado, la única vez en la historia del periodismo
mexicano en que un columnista de provincia adelantaba los gabinetes
presidenciales en exclusiva, merced al mundo de relaciones que tenía. Aún
recuerdo cuando los entonces gurús del columnismo político mexicano, Ángel
Trinidad “Trini” Ferreira y Francisco “Pancho” Cárdenas Cruz (desde este
espacio les envío mi saludo, pues tiene mucho que no los veo ni hablo con
ellos), de “Frentes Políticos”, le llamaban de la redacción de aquel histórico Excelsior que dirigía Julio Scherer para
que les confirmara los nombres que ya había dado en exclusiva.
Pero Froy traía la casta
de origen. A los 17 años, siendo corresponsal de Excelsior, cuando todavía quedaban resabios del movimiento armado
que fue la Revolución y el mayor avance tecnológico que había era el telégrafo,
entrevistó al general Cándido Aguilar, yerno del presidente Venustiano
Carranza. Aquella entrevista se publicó en Últimas
Noticias, la edición vespertina que tenía el diario Excelsior, y al día siguiente ocupó el cintillo, a 8 columnas, de
“El periódico de la vida nacional”.
Quiso Dios, la vida, el
destino, la suerte que cuando llegué a Xalapa, al Diario de Xalapa quedara bajo su tutela. Mucho de lo que tengo y de
lo que soy, por no decir que todo, se lo debo a él. Desde un principio se
convirtió en mi protector, en mi mecenas, en mi maestro, en mi consejero hasta
convertirse en mi segundo padre. Viendo las condiciones en que llegaba y en las
que comenzaba mi vida en Xalapa, nunca me dejó morir de hambre, el lugar donde
vivo lo tengo por él, en dos ocasiones en que viví crisis personales me envió a
estar o a vivir en España por su cuenta, ya luego, en viajes de recreo y de
trabajo a Cuba y a Europa me dio recursos para que no viajara yo limitado; me
enseñó a leer lo que vale la pena, a conocer por sus obras a escritores, a
poetas, a escribir…
Como periodista de él
aprendí todo lo que sé, lo bueno, no lo malo. Como persona, de él aprendí, si
es que aprendí, la virtud de la modestia, de la sencillez, del no protagonismo,
el don de la generosidad, a practicar la solidaridad, a estar por encima de las
mezquindades propias de la condición humana, a vivir la vida alejado de las
miserias que envenenan el alma, a ignorar y no hacer caso a las banalidades.
Trato de honrarlo con mi comportamiento personal, con mi desempeño profesional.
Hace días, pocos días antes de que se hiciera oficial su nominación al premio,
platicamos largo rato en su casa. Hicimos recuerdos y me dio mucho gusto verlo
sonreír, que eso me hace feliz a mí también.
Cuando la mañana de este martes
el gobernador Javier Duarte de Ochoa le imponga la medalla “Adolfo Ruiz
Cortines”, habrá hecho un gran reconocimiento a un periodista veracruzano
excepcional, pero también a un hombre, a un ser humano ejemplar. Sin ningún
demérito de las otras personas nominadas, el premio, su entrega, está
totalmente justificado, honra al periodismo veracruzano, al periodismo
político, al buen periodismo.
De Jorge Carvallo
A propósito de “Prosa
aprisa” de ayer, recibí del secretario particular del gobernador Javier Duarte
de Ochoa la siguiente correspondencia:
“Por este conducto
solicito el derecho de réplica que legalmente me asiste para aclarar las
aseveraciones que hace usted en su columna política del pasado 2 de diciembre
de 2013.
En ella, retoma una nota
publicada en un periódico local, que no tuvieron el valor de firmar, aparece
como ‘nota de la redacción’ y se amparan en presuntos correos electrónicos
llegados a la redacción del periódico, dándole validez sin haber investigado el
contenido de la misma.
La nota es difamatoria;
no la acepto y puntualizo:
- No hay de mi parte conspiración alguna en búsqueda de la gubernatura, yo le sirvo con lealtad al Gobernador Javier Duarte de Ochoa, hasta en el momento que lo estime conveniente.
- Niego rotundamente el contenido de la nota.
- La interpretación que se le quiere dar en su columna a la nota publicada, son especulaciones y no son apegadas a la verdad y la realidad.
Arturo, siempre lo he
considerado un profesional, por lo mismo lo exhorto para que antes de hacer eco
de denostaciones, se investiguen los datos antes de ser publicados.
Reitero que mi único fin
es servir al Gobernador, Javier Duarte de Ochoa, a quien le sirvo con
disciplina y lealtad”.
NOTA: Ni el sábado cuando
apareció la nota, ni el domingo, el señor secretario la aclaró ni la desmintió
en el periódico donde debía, por eso la retomé. No hice aseveraciones. Dejé muy
claro en mi texto que eran posibles lecturas y como tal las plantee. Su texto
merecería otras consideraciones, pero por el espacio y si es necesario, las
haremos más adelante.
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